El compromiso está vigente y apunta a no deforestar bosque natural para plantaciones de palma de aceite y seguir invirtiendo los proyectos de conservación ambiental y reforestación.
Karen Rosales, directora ejecutiva de Grepalma, confirmó a Prensa Libre que en la actualidad buscan contratar a una tercera parte para que valide los esfuerzos del sector, y mediante una plataforma tecnológica monitoree el compromiso de una forma transparente.
“El primer paso sería levantar un inventario para ver en dónde está presente el cultivo y monitorear año con año de manera satelital que no ha habido deforestación. En algunas plantaciones donde hay palma antes operaban con ganadería o algodón, entonces necesitamos que una tercera parte con un enfoque técnico pueda validar” indicó Rosales.
Añadió que la institución podría ser desde un organismo internacional hasta una universidad, y sería un esfuerzo complementario a las inversiones que ya ejecuta el sector en temas como la conservación de la Biósfera Maya.
“Hay que recordar que el 57% de los palmicultores son pequeños productores y que 71% de las hectáreas asociadas a Grepalma ya se han adherido al compromiso de Cero Deforestación” indicó Rosales.
Su visión es que hay mucha desinformación sobre el cultivo de aceite de palma en el país: “es un sector que va mucho más allá del cumplimiento legal, con una gran cantidad de certificaciones sumamente estrictas, y (se busca) que la sociedad civil comprenda que el aceite de palma promueve el desarrollo sosteniblemente”.
Buenas prácticas forestales
Este lunes, Grepalma celebró con la Gremial Forestal de la Cámara de Industria de Guatemala un encuentro entre empresarios y aliados tanto del sector palmicultor como forestal, para implementar iniciativas afines con el compromiso Cero Deforestación, como el programa de incentivos para el establecimiento, recuperación, restauración, manejo, producción y protección de bosques en Guatemala –PROBOSQUE- impulsado por el Instituto Nacional de Bosques (INAB).
Según Rosales, lo que se busca es invertir en proyectos de reforestación, restauración y conservación ambiental y hacer alianzas para ejecutar el compromiso.
“El sector palmicultor adquiere el compromiso de reforestación, en áreas de influencia donde hay presencia de palma y cuencas de agua donde pueda ser un modelo de negocio forestal, y eso lo va a convertir en algo sostenible en el tiempo” señala.
Uno de los objetivos es crear corredores biológicos con este tipo de modelos con empresarios del sector forestal con algún tipo de especie, y con los incentivos desde el gobierno para las plantaciones, por medio del Inab.
Según Francisco Escobedo, de la gremial forestal de la CIG, “esta alianza consiste en dar los lineamientos técnicos para que el sector pueda en parte de sus operaciones implementar actividad forestal. Guatemala cuenta con herramientas únicas, como los incentivos forestales”.
Algunos proyectos se pueden manejar con modelos de restauración (establecer bosques donde se habían perdido o no los había), plantaciones industriales con fines de producir productos forestales con fines sostenibles, manejos de bosque natural, conservación la mayor cantidad posible y sistemas agroforestales.
El sector hoy tiene 165 mil 510 hectáreas de palma de aceite en el país, que solo representan el 2.2% del área cultivable, según Grepalma.
“La palma de aceite en Guatemala es número 1 en el mundo en productividad de aceite por hectárea y también buscamos serlo en temas de sostenibilidad. La producción se diferencia en gran medida frente a otros países del mundo, alineados al Objetivo de Desarrollo Sostenible número 15”, concluyó Rosales.
En términos económicos, el aceite de palma representa el 1.2% del PIB, genera 28 mil empleos directos y 145 mil indirectos, con divisas por exportaciones de US$400 millones.