La convivencia en pareja es una de las relaciones humanas más complicadas de llevar, porque se encuentran dos sistemas de vida opuestos que tienen que convivir por muchos años y si no se armonizan, pueden ser fuente de infelicidad para ambos, por lo que hay que llegar a acuerdos que permitan llevar una relación condescendiente, expone el psicólogo Antonio Rivera, conferencista en temas de salud emocional y terapeuta de parejas, coordinador del Grupo de Psicólogos, Consejeros y Motivadores de Guatemala.
En el libro Los cinco lenguajes del amor, de Gary Chapman, dice: “El amor no guarda un puntaje de errores. El amor no revive los fracasos pasados. Ninguno de nosotros es perfecto; en el matrimonio no siempre hacemos lo mejor o lo que es justo. A veces hemos hecho o dicho cosas hirientes a nuestro cónyuge. No podemos borrar el pasado, solo podemos confesarlo y aceptar que estuvo mal. Podemos pedir perdón y tratar de actuar de manera diferente en el futuro. El perdón es la forma del amor”.
Cordón y Rivera brindan 10 consejos para que las parejas enfrenten los retos más comunes del día a día, para continuar en la construcción de una relación sólida:
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La confianza
Es una de las dos columnas vertebrales en cualquier tipo de relación. La confianza debe empezar con uno mismo y, luego, con la pareja. Si no se tiene desarrollada la confianza, inmediatamente surgirá la mentira, el miedo, el resentimiento y el engaño, que son sus contrarios. Para desarrollar confianza debemos ser francos, abiertos y comprensivos en ambas vías y en todo momento.
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2. El compromiso
Es la segunda columna vertebral que mantiene unida una relación, pues siempre habrá momentos buenos y malos, y es en estos últimos cuando debemos recordar el compromiso que hemos dado a nuestra pareja para permanecer juntos, a pesar de las dificultades. No debe confundirse el compromiso con el miedo, pues este último hará que la relación pase de ser libre a una de obligaciones.
3. La comunicación
El puente que une a las dos anteriores es la comunicación, la cual equivocadamente se le ha considerado como el reto más importante. En realidad, de nada sirve comunicarnos si no tenemos clara la importancia de la confianza y el compromiso, pues solo así surgirá la resolución de las diferencias de manera satisfactoria para ambos.
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4. La intimidad
Se vincula erróneamente con las relaciones sexuales, pero es mucho más que eso. Tener intimidad significa que las personas se conocen, aceptan, valoran, respetan y apoyan mutuamente en todas las áreas de su vida. Debemos entender que ambas personas se complementan para evitar pensamientos que nos lleven a querer que nuestra pareja piense, sienta y quiera como nosotros lo hacemos. Esta es la verdadera finalidad del noviazgo, el cual, lamentablemente, pierde efecto cuando lo que hacemos es enseñar únicamente nuestras fortalezas y ocultar nuestras debilidades por miedo a que no nos acepten y valoren como somos realmente.
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5. El respeto
Para respetar a nuestra pareja, debemos conocer y aceptar sus valores, objetivos de vida, formas de comunicarse, hábitos personales y convicciones políticas y religiosas. Si durante la etapa de conocerse nos damos cuenta de que no compartimos todos estos aspectos, debemos ser honestos y aceptar que no somos compatibles, en lugar de seguir en la relación y tener problemas inevitables en el futuro.
6. El sueño a futuro
Este suele ser un tema que poco se habla durante la primera etapa de la relación y es muy importante en el mediano y largo plazo. Este reto consiste en saber claramente qué esperan ser, hacer o tener en el futuro. Dicho de otra forma ¿cuál es el propósito compartido en sus vidas? Las personas cambian y, por supuesto, sus metas, por lo que es importante compartir la visión a futuro para asegurarse de que el proyecto de vida que empiezan los mantendrá unidos.
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7. Las expectativas
Es común encontrar a personas que quieren estar con su pareja para “ser felices” y, lamentablemente, es falso. Si el individuo no es feliz, ni se quiere, ni se valora, ni se respeta, será muy difícil que alguien más lo haga. Toda buena relación empieza y termina con uno mismo.
8. Las diferencias económicas
Si el hombre o la mujer tiene mayor solvencia económica que su pareja, pueden suscitarse conflictos asociados al control que ejerce el miembro pudiente, que desea tomar el control de la relación y de la familia, al exigir sumisión. También están las relaciones basadas en intereses económicos en las que no reina una genuina felicidad conyugal, porque surgen insatisfacciones no expresadas. Por ello, es importante elegir una pareja por afinidades de carácter, de personalidad o de intereses comunes y no materializar la relación.
9. Las codependencias
Cuando el hombre o la mujer se da en cuerpo y alma a su pareja y entra en estado de angustia, ansiedad y estrés cuando ella se aleja, ocurre una dependencia emocional. Este es un estado grave, cuando el individuo se convierte en la sombra de su pareja, situación que da lugar a los celos. La obsesión por la pareja se vuelve incontrolable, derivada de la falta de confianza en sí mismo/a. Para romper el ciclo de codependencia, es necesario que ambos modifiquen los sentimientos de minusvalía que impide que se amen con toda conciencia y que se demuestran confianza mutua.
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10. Las luchas de poder
Es quizá el desafío más difícil de enfrentar, cuando la pareja lucha por el control y el gobierno del matrimonio y del hogar, por lo que las peleas son frecuentes. La pareja se enfrasca en una batalla constante en la que los hijos pueden llegar a desarrollar traumas muy dolorosos, cuyas secuelas perduran de por vida. Los padres piensan que si ceden, se mostrarán como seres débiles. Para evitar llegar a una relación enfermiza, deben hacer conciencia de que esta guerra perjudica la salud mental y física de la familia, por lo que hay que comprender que no siempre pueden hacer su voluntad ni pensar que lo que cada uno diga es la verdad suprema. Cuando hay amor verdadero, la pareja deberá renunciar a imponerse.
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El reto de alcanzar una relación sana y feliz solo se logra cuando ambos se entregan y se esfuerzan con amor para ser la mejor versión de sí mismos, aceptando sus diferencias y atendiendo necesidades mutuas. No tiene nada que ver con sufrir o soportar abusos, lo cual simplemente es la antítesis del amor. El amor, como todo en la vida, requiere dedicación constante y su recompensa es una vida plena, concluye Cordón.
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