LA BUENA NOTICIA

Los ciudadanos

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Se renuevan las ilusiones de que el nuevo ciclo traerá consigo condiciones favorables, oportunidades prometedoras, logros deseados. En este 2020, esas ilusiones parecen redoblarse con el inicio de una nueva presidencia, una nueva legislatura, nuevos gobiernos municipales. Los pronósticos y anticipaciones indican que las expectativas son halagüeñas y firmes. En parte eso se debe a nuestro mesianismo político, según el cual nuestro futuro como sociedad organizada depende casi exclusivamente de quienes nos gobiernen, y más específicamente de quien ocupe la presidencia del Poder Ejecutivo. Lamentablemente ese mesianismo político es un espejismo, porque la creación de las condiciones que definen el bien común depende de las acciones de actores plurales.

' La base social que permite que el país siga funcionando somos nosotros, los ciudadanos.

Mario Alberto Molina

El modo como se ejerza la presidencia del Ejecutivo es solo uno de los ingredientes en la creación del bien común. Cada cuatro años se enciende el fuego de la ilusión, el 14 de enero, y la regla ha sido que a los pocos meses esa ilusión se ha mostrado fatua. Mucho más importante para la construcción del bien común es el modo como se ejerce el poder desde el Organismo Judicial. Pero sus miembros ni siquiera son electos por el pueblo, sino que son designados en un procedimiento plagado de intereses espurios, como estamos comprobando en el proceso actual. Sin un poder judicial independiente, imparcial y honesto es imposible construir el bien común. Quienes realmente crean las condiciones en las cuales las personas y organizaciones pueden alcanzar sus fines propios son los diputados al Congreso de la República, que aprueban las leyes que estructuran el espacio social en el que nos movemos y actuamos. Pero sabemos que ese organismo ha sido ámbito para componendas y negocios espurios, y no hay motivos para esperar que las cosas sean distintas en esta ocasión, aunque las caras sean nuevas.

Por último, la autoridad cercana a los ciudadanos es la municipal. Pero, para las elecciones, la pluralidad de candidatos y listados fue tan grande en los municipios que son pocos los alcaldes que gozan del respaldo de más de la mitad de los votantes del lugar. Los concejos son gobiernos con respaldo popular minoritario, más vulnerables al influjo de intereses ajenos a los de los ciudadanos electores.

La verdad es que quien da consistencia a la sociedad, la base social que permite que, a pesar de todas las adversidades y de las autoridades, el país siga funcionando somos nosotros, los ciudadanos. Por eso creo que es oportuno recordarnos cuál es nuestra propia contribución al bien común. En primer lugar, el sentido religioso y moral de cada persona. Ciudadanos libres, con madurez personal, con sentido de vida y responsabilidad ética son la base del futuro. En segundo lugar, la constitución de familias estables, integradas, con sentido de humanidad, amor y respeto mutuo es la principal contribución ciudadana a la construcción de una sociedad sólida. En tercer lugar, el trabajo, realizado con responsabilidad, con dedicación, como contribución al bien común, permitirá crear la riqueza imprescindible para una vida digna. Pero aquí las condiciones para crear empleo donde se pueda ejercer el trabajo son precarias y por eso quien quiere encontrar empleo debe salir del país. En cuarto lugar, los ciudadanos contribuyen al bien común con su sentido de solidaridad, con la participación en tantas oportunidades de aportar al bien comunitario, con la capacidad de resolver pleitos y enmendar desagravios entre vecinos.

Por eso, si queremos ver dónde pueda estar el futuro, debemos dirigir la mirada a los ciudadanos.

ESCRITO POR:

Mario Alberto Molina

Arzobispo de Los Altos, en Quetzaltenango. Es doctor en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico. Fue docente y decano de la Facultad de Teología de la Universidad Rafael Landívar.