La muerte de Alberto Nisman, ocurrida en Buenos Aires el 18 de enero de 2015, tuvo todos los ingredientes de una novela de espionaje. Por ello no sorprende que, cinco años después del hecho, el caso se haya convertido en una miniserie de Netflix.
BBC NEWS MUNDO
Alberto Nisman: los 4 misterios sobre la muerte del fiscal argentino que examina la serie de Netflix
Un fiscal presenta una grave denuncia contra la presidenta de un país, acusándola de traición a la patria, y horas antes de testificar ante el Congreso es hallado sin vida en su departamento, con una bala en la cabeza.
A pesar del paso del tiempo, si hay una cosa que deja en claro “Nisman: el fiscal, la presidenta y el espía”, realizado por el documentalista británico asentado en Barcelona Justin Webster, es que aún sigue habiendo más preguntas que respuestas.
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Quizás la mayor prueba de ello es que uno de los seis capítulos de esta miniserie se pregunta si pudo haber sido un suicidio y otro se enfoca en analizar si fue un asesinato.
Aunque la justicia argentina determinó en 2018 que Nisman “fue asesinado y que dicho suceso fue directa consecuencia de la denuncia que formulara el 14 de enero de 2015”, algunos en el país cuestionan esta conclusión.
El principal escéptico es el flamante presidente de la Nación, Alberto Fernández, quien llamó “pericia absurda” al peritaje de la Gendarmería que llevó a la justicia a concluir que Nisman fue asesinado por dos personas, que lo drogaron con ketamina, lo cargaron al baño y le dispararon.
Fernández -cuya vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, es la mandataria que fue denunciada por Nisman- es uno de los muchos entrevistados que aparecen en la miniserie documental de Netflix, que se produjo en 2017.
A pesar de que hoy cuestiona que el fiscal haya sido asesinado, hace más de dos años, cuando habló con Webster, sostenía lo contrario.
“Hasta el día de hoy, dudo de que (Nisman) se haya suicidado“, declara Fernández en uno de los pasajes más llamativos de la producción.
Tras la polémica que generaron sus declaraciones, el mandatario, quien asumió en diciembre pasado, aseguró que no se trataba de una contradicción y que él siempre mantuvo la misma postura.
“Me gustaría saber qué pasó con Nisman y si se suicidó, saber por qué”, dijo en una entrevista con Radio 10.
Reconoció que aún le “cuesta creer que pudiera terminar suicidándose”. No obstante, el también profesor de Derecho Penal señaló que el peritaje de la Gendarmería le había parecido “ridículo”, una crítica que le valió varios cuestionamientos por no respetar la separación de poderes.
“Desde 2017 no apareció ninguna prueba seria que diga que a Nisman lo mataron“, sentenció Fernández.
La nueva ministra de Seguridad argentina, Sabina Frederic, anunció, por su parte, que planea “revisar” el peritaje, pero el fiscal que lleva la causa, Eduardo Taiano, rechazó la posibilidad de volver a realizarlo.
¿Qué denunció Nisman?
Nisman había sido nombrado en 2005 por el entonces presidente Néstor Kirchner como investigador principal del peor atentado en la historia de Argentina (y el más grave en Occidente antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos): la voladura de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).
85 personas murieron y otras 300 resultaron heridas en el ataque contra el principal centro comunitario de la colectividad judía en Argentina, ocurrido el 18 de julio de 1994.
Como fiscal especial, Nisman se enfocó en Irán, país que según la justicia argentina -y los servicios secretos de EE.UU. e Israel- ordenó el atentado, que fue ejecutado por el grupo militante chiita Hezbolá, de origen libanés (algo que Teherán siempre rechazó).
En 2007, logró reunir suficiente evidencia para solicitar a la Interpol la captura de cinco exfuncionarios iraníes de alto rango.
Ocho años más tarde, ese fatídico enero de 2015, sorprendió a todos cuando acusó a Fernández de Kirchner -esposa y sucesora de quien lo nombró- de encubrir a esos sospechosos a través de la firma de un “memorándum de entendimiento”.
Horas antes de explicar ante el Congreso en qué basaba su acusación -que inicialmente fue rechazada por la justicia, pero tras la muerte de Nisman se reabrió y ya llegó a la etapa de juicio– fue hallado muerto en su baño, con una bala en la cabeza y el arma que produjo el disparo a su lado.
El dueño de esa pistola, el experto informático Diego Lagomarsino, un empleado de Nisman que dice que el fiscal le pidió el arma para proteger a su familia, es el principal procesado en la causa, pero no ha sido acusado del homicidio.
También los guardaespaldas de Nisman están siendo investigados.
Pero aunque la justicia determinó que se trató de un asesinato, todavía no sabe quién lo mató.
En BBC Mundo te contamos cuales son los otros grandes misterios en los que se enfoca la serie de Netflix:
1. Los llamados sospechosos
La primera fiscal de la causa, Viviana Fein, resalta en el documental que descubrió una gran cantidad de llamadas telefónicas entre agentes y exagentes de servicios de inteligencia, y “gente del Ejército”, el 18 de enero, día de la muerte de Nisman.
El fiscal fue hallado sin vida recién a la noche. Sin embargo, estas llamadas empezaron a las 8 de la mañana.
Según Fein, “no eran amigos comunes los que hablaban entre sí”. Las llamadas cruzadas no tenían mucha explicación, siendo un día domingo y en plena época de vacaciones de verano, dice.
“Todos se conectaron entre sí durante todo el día hasta las 22.30, cuando se conoce oficialmente el fallecimiento de Nisman. Ahí se interrumpen todas las comunicaciones”, cuenta la fiscal, que fue apartada del caso a finales de 2015, en medio de fuertes críticas por cómo manejó la recolección de evidencias.
“¿Por qué hablar ese día tantas horas entre ellos? ¿Qué estaban esperando?”, se pregunta Fein, quien en declaraciones anteriores había asegurado que fue apartada del caso “justo cuando investigaba a fuerzas de inteligencia“.
En esas declaraciones, reproducidas por la prensa argentina, Fein había detallado la identidad de quienes realizaron las llamadas entrecruzadas.
Entre los que más llaman la atención se incluye al exespíaAntonio “Jaime” Stiuso -“el espía” al que hace referencia el título de la producción de Netflix-quien era el principal colaborador de inteligencia de Nisman, y fue despedido por Cristina Kirchner un mes antes de la muerte del fiscal.
Otro de los celulares pertenecía al entonces jefe del Ejército, César Milani, quien había sido director de inteligencia de esa fuerza antes de ser nombrado comandante en jefe de las Fuerzas Armadas por la presidenta Kirchner.
Un tercer interlocutor fue Juan Martín Mena, exnúmero dos de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), quien hoy es secretario de Justicia.
2. ¿Fue Nisman embaucado?
La fuerte denuncia de Nisman contra Cristina Kirchner, el canciller Héctor Timerman y otros funcionarios se basó en escuchas en las que un supuesto representante del gobierno argentino negociaba lo que Nisman llamó “un pacto de impunidad con los iraníes”.
Ese presunto representante, que afirmaba actuar en nombre de la presidenta, se llamaba Allan Bogado.
En la miniserie de Netflix, Bogado cuenta que en realidad era un espía de la Secretaría de Inteligencia (también conocido como SIDE) y trabajaba bajo las órdenes de “Jaime” Stiuso.
Asegura que inventó su supuesto vínculo con la presidenta para poder obtener información de la comunidad iraní en Argentina.
También cuenta que en noviembre de 2014, un mes antes de que Nisman presentara su denuncia, Stiuso lo denunció a él, afirmando que no era un agente de la SIDE, algo que el propio Stuiso también confirma en el documental.
“Se llama ´hacerte una cama´ y se la hicieron a Nisman“, dice Bogado, que en el documental es identificado como un “presunto espía”.
Consultado por qué no le dijo a Nisman que había denunciado a Allan Bogado, y que no era un agente de la SIDE, Stiuso responde: “Alberto sabía que no era nuestro“.
También sugiere que Bogado sería un espía de “otra inteligencia”, ya que afirmaba tener información sobre la presidenta.
La noche antes de ser hallado muerto Nisman había probado reiteradas veces llamar a Stiuso, pero este no le atendió.
Sobre esto, el exespía -descrito como el “Rasputín de la política argentina” por un exagente de la CIA entrevistado en el documental- explica que dado que tras su denuncia algunos acusaron al fiscal de ser un “títere” suyo, decidió que “lo iba a terminar de hundir si lo atendía”.
3. La fortuna secreta de Nisman
Durante la investigación se descubrió que Nisman tenía una serie de bienes en Argentina y Uruguay a nombre de su madre, Sara Garfunkel, y una cuenta no declarada en EE.UU. con US$600.000 (esto último fue revelado por la exesposa de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado).
El co-titular de esa cuenta, además de su madre y hermana, era Diego Lagomarsino, el hombre que le dio el arma con la que murió.
Según Lagomarsino, Nisman le pidió que fuera co-titular para evitar que el fisco estadounidense se quedara con el 50% del dinero depositado si fallecía su madre.
“Habla de cómo era Alberto, más que complicarme a mí”, dice en su defensa.
El experto informático también aseguró que tenía un acuerdo con su jefe por el que éste se quedaba con la mitad de su sueldo.
Según revela el documental, “un informe confidencial del gobierno de EE.UU. concluye que no hay justificación para el dinero en su cuenta y que debe ser investigado por posible recibo de sobornos“.
Otro documento exhibido en la miniserie denuncia la existencia de “dos reportes de actividad sospechosa” en la cuenta de Nisman.
“Habría que ver de dónde viene ese dinero”, dice Lagomarsino en el documental.
El juez que lleva la causa de la muerte de Nisman, Rodolfo Canicoba Corral (quien no aparece en el documental), investiga si hubo lavado de dinero.
Una de las personas que depositó dinero en la cuenta estadounidense de Nisman fue el financista argentino Damián Stefanini -transfirió US$150.000 en 2012- que está desaparecido desde 2014.
4. Caso AMIA: ¿quién fue?
Además de analizar la muerte de Nisman, el trabajo de Justin Webster también revela puntos oscuros en la investigación que el fiscal especial de la AMIA llevaba a cabo.
Cuando quedó como único responsable de la causa en 2005, luego de que se apartara a los otros dos fiscales por haber desviado la investigación, Nisman buscó recopilar evidencias que probaran la culpabilidad de Irán y Hezbolá.
Ese año anunció a la prensa que se había confirmado la identidad del “autor material” del ataque, el hombre que supuestamente había conducido la camioneta con explosivos que destruyó la AMIA.
Dijo que se trataba del libanés Ibrahim Hussein Berro, miembro del grupo militante chiita, quien, según Stiuso, fue identificado por una fuente de Hezbolá.
Nisman contó que había tomado declaración a dos de los hermanos de Berro, en EE.UU., y que ellos habían confirmado que su hermano había sido el atacante suicida.
Por su parte, Stiuso, quien había viajado a entrevistar a los hermanos antes de que fuera Nisman, cuenta en el documental que cuando ellos le mostraron una foto de Ibrahim “era la misma cara” del identitik que se había hecho en 1994 en base a la declaración de una testigo que dijo haber visto al conductor de la camioneta, antes de que esta impactara contra el edificio de la AMIA.
Sin embargo, una filmación del juicio de la AMIA en 2001 muestra a dicha testigo negando que el identikit confeccionado se parezca al hombre que ella vio conduciendo el vehículo sospechoso. “Se parece muy poco”, dice la mujer ante Nisman y el resto de los presentes en el juzgado.
Más grave aún, el documental también muestra la declaración oficial de uno de los hermanos Berro, y lejos de confirmar que Ibrahim fue el culpable, afirmaba que el joven había fallecido en el sur de El Líbano.
“No obstante en el expediente (del caso AMIA) sigue siendo esa la hipótesis que se sostiene”, remarca en la miniserie el periodista del diario La Nación Hernán Cappiello.
Otra gran irregularidad que revela la producción de Netflix es la desaparición de los restos de ADN obtenidos por el FBI en 1998 de los escombros de la camioneta siniestrada, y que según la inteligencia estadounidense confirmaban que el conductor era Berro.