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La poco conocida historia del Mundial México 1971, cuando el fútbol femenino alcanzó la gloria

<strong>Duró poco... pero durante tres semanas memorables, en el verano de 1971, el fútbol femenino estalló con el brillo de un cometa, antes de volver a estrellarse contra la tierra.</strong>

Apenas 14 meses después de que Brasil aplastara a Italia en la final masculina de la Copa del Mundo 1970, en Ciudad de México, la fiebre por el fútbol nuevamente arrasó a la nación anfitriona, pero esta vez por un Mundial no oficial de mujeres.

Y no solo los fanáticos quedaron atrapados en la emoción: las grandes marcas, las emisoras de televisión y los comerciantes de todo tipo también quisieron participar, ya que el fútbol femenino se convirtió brevemente en un producto comercial a la par del juego masculino.

Ahora, que acaba de realizarse el sorteo de la Copa Mundial Femenina 2019, el torneo es un gran negocio, y cuenta con el respaldo de 11 marcas importantes. Pero ese enfoque comercial fue una novedad en 1971.

“Un mundo diferente”

“Fue como entrar al Tardis (la máquina de tiempo de la serie Doctor Who) o viajar a Narnia: fue transportarse a un mundo diferente”, recuerda la excentrocampista de la selección inglesa Chris Lockwood, quien en ese momento tenía 15 años y hoy tiene 62.


“No creo que supiéramos qué esperar. Solo habíamos jugado en el pequeño torneo de clasificación en Sicilia, que se jugó en canchas como las que están en los parques, como estábamos acostumbradas”.

“Y, de repente, estábamos en medio de la fiebre de la Copa del Mundo en este enorme y deslumbrante torneo profesional y global”.

El torneo, que contó con seis equipos, fue patrocinado por el gigante italiano de bebidas Martini & Rossi, y otros patrocinadores incluyeron la marca de cerveza mexicana Carta Blanca, el refresco para adelgazar Dietafiel y la marca local de té Lagg's.

Una gran cantidad de productos alcohólicos, electrónicos y otros se vendieron alrededor del Estadio Azteca, en la capital mexicana.

Se fabricaron insignias, camisetas, bolsos, muñecas, revistas y programas para vender, y muchos de los artículos mostraban la mascota del torneo: Xochitl, una joven futbolista vestida con los colores de México.

En tanto, la ventas de boletos -con un precio que iba desde los 30 pesos (US$1.45) a los 80 (US$3.80)- superó las expectativas, y la multitud más numerosa en asistir a un partido de fútbol femenino se registró en este torneo.

Aproximadamente 110.000 fanáticosasistieron a la final,que enfrentó a México y Dinamarca, mientras que unos 80.000 vieron México vs Inglaterra.

Aprovechando la corriente de México '70

Para hacer que el evento fuera atractivo para una audiencia femenina y familiar, los postes del estadio estaban adornados de color rosa, y el personal del torneo, incluidos los traductores de los equipos, vestía trajes rosados distintivos.

La profesora Jean Williams lidera el proyecto académico “Historias ocultas del fútbol femenino” en el Museo Nacional de Fútbol de Inglaterra.

México '71 fue un éxito porque los organizadores no asumieron que sería un fracaso comercial o deportivo. Fue vendido y promovido como un torneo de fútbol, uno que casualmente es protagonizado por mujeres”, cuenta.

“También asumieron que habría grandes multitudes en los dos estadios, que habían sido utilizados en la Copa del Mundo masculina el año anterior”.

Williams afirma que la clave del éxito comercial fue el uso de la mascota Xochitl, y la contratación de un poderoso equipo de relaciones públicas para conseguir la cobertura de televisión y prensa.

“Ridículos”

En 1971, los medios de comunicación británicos comparaban a la joven estrella de Inglaterra, la mediocampista de 13 años Leah Caleb, con George Best del Manchester United, mientras el equipo se preparaba para viajar a México.

Caleb, ahora de 60 años y recientemente jubilada después de una carrera en el Sistema Nacional de Salud, recuerda: “Al participar en el evento le dimos un golpe a la FA (siglas en inglés de la Asociación Inglesa de Fútbol). Nos prohibió jugar (localmente) por participar en una Copa Mundial que no era oficial“.

“Pero rápidamente se dieron cuenta de que estaban siendo ridículos y las prohibiciones fueron levantadas”.

De hecho, se podría argumentar que la participación del equipo jugó un papel importante en la decisión de la FA de finalmente levantar, ese mismo año, su veda más amplia, de 50 años, que prohibía el fútbol femenino.

El visionario

El enfoque rígido de la FA contrastaba completamente con la visión de futuro de la figura detrás del equipo de Inglaterra de 1971, Harry Batt, secretario del club de mujeres de Chiltern Valley, de donde venía la mayor parte del seleccionado inglés.

Figura intrigante, Batt trabajaba en una fábrica en Luton y podía hablar varios idiomas. Estaba convencido de que el fútbol femenino se haría comercial y las jugadoras se harían profesionales.

“Estoy seguro de que en el futuro habrá equipos profesionales de damas a tiempo completo en este país, y esperamos ser uno de los primeros”, dijo en 1971.

Creía que Inglaterra podía emular a Italia, donde había llevado a un equipo en 1970 para la primera Copa Mundial no oficial de mujeres, y donde las mujeres jugaban ante multitudes de 30.000 personas.

Pero, al igual que la Copa del Mundo de 1971 en sí, él estaría un par de décadas por delante de su tiempo.

Sufrió al ser excluido por la FA, y el equipo de su club, que era entrenado por su esposa, June, se retiró.

Los que pagaron todo

Para los patrocinadores del Mundial femenino de México, Martini & Rossi, el evento fue una oportunidad para aprovechar la publicidad que ya habían colocado en el estadio durante la Copa Mundial masculina, el año anterior.


El gigante italiano de las bebidas pagó los gastos de cada uno de los equipos de 1971, incluidos los vuelos, los hoteles y la vestimenta.

“Fue una oportunidad para que ellos promovieran su marca”, dice Gill Sayell, jugadora de Inglaterra, que ahora tiene 62 años y entonces tenía 14.

“También proporcionaron la gran copa de oro que se disputaban los equipos, y pagaron para que el equipo de Inglaterra se quedara una semana más después de que nos eliminaran”.

Lockwood, Caleb, Sayell y sus compañeras de equipo no recibieron ningún pago, oficial o no oficial, por sus esfuerzos en México, a pesar de que recibieron una recepción en la embajada británica.

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