CATALEJO

Corrupción alcanza a todo un gobierno

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Quien hace el ejercicio de escoger cuál es la tarea más importante de realizar por el gobierno de Alejandro Giammattei, sin duda llega a la conclusión de ser la lucha abierta y sin ambages contra la corrupción. Esta lacra no consiste solamente en la inmoralidad consistente en utilizar las funciones y medios para obtener provecho económico en la tarea de gobernar. Tal enriquecimiento —ilícito, además— causa atraso nacional, la muerte de ciudadanos en carreteras o de enfermos curables, así como desnutrición y sus devastadoras consecuencias. Obviamente, el nepotismo, el amiguismo, el compadrazgo, tienen además efectos como el derrumbe del prestigio nacional en las relaciones con el mundo. En suma: no luchar contra la corrupción e impedirla es un crimen de lesa patria.

' La lucha contra la corrupción permitirá a Alejandro Giammattei ganar la presidencia, no solamente la elección pasada.

Mario Antonio Sandoval

Varias reflexiones deben hacerse a este respecto. Una, entender por qué la participación de alguien en un régimen corrupto lo hace culpable aunque esta ocurra en otro ministerio, institución, etcétera. En el caso del Congreso, la corrupción de sólo uno de los miembros de una bancada convierte en corrupto a todo ese grupo de políticos o politiqueros. Dos, la participación en un equipo de gobierno permite a quienes no tengan deseos de corromperse ni de enriquecerse, ejercer una justificada presión contra la corruptela o la permisividad para su existencia. En este caso, dichos ciudadanos participan por su deseo de servir al país, y el desprestigio personal por corrupción, aun cuando sea ajena, no pueden permitirlo, porque saldrán manchados, aunque no se hayan enriquecido.

En el caso del presidente, quien llama a personas diversas para hacer gobierno, el criterio es parecido, pero parte de una posición distinta. La corrupción de sus colaboradores cercanos lo alcanzará a él y por ello tiene la fuerza suficiente para exigir acciones sin mancha real o percibida. Debe ser una especie de ultimátum mutuo: yo sigo si nadie se corrompe. Los diputados representan un caso especial: los oficialistas son escasos. Sería una locura salir de compras, como ocurrió en el desfalleciente gobierno cuyo fin ocurrirá el martes 14, a las 14 horas. De los demás, es evidente cómo actuará la “clica” de la UNE: colocará trampas de todo tipo para evitar la tarea del mando presidencial y beneficiar a los uneístas con problemas legales.

El único nombre recordado cuando pase el tiempo, será el del mandatario. No de sus ministros o demás funcionarios a quienes llame a acompañarlo en la tarea. En la lógica de mi pensamiento, eso obliga a escoger a los mejores, según las circunstancias. Pero elimina de un solo plumazo a quienes tienen historial de corrupción o de cualquier otro desmán en caso hayan sido funcionarios públicos, nombrados o electos. Si se les invita a gobernar, el peligro para un mandatario es doble: uno, ser considerado entonces más de lo mismo, con algunas caras nuevas pero dispuestas a todo para el pillaje. Dos, el mandatario entonces no puede hablar siquiera de lucha anticorrupción. Y eso incluye también a quienes tienen cuentas pendientes en el complicado tema de los derechos humanos.

Luchar contra la corrupción es tarea compleja pero indispensable. Debe empezar con esfuerzos concentrados en objetivos fijos, pero además fáciles de definir en pocas palabras para el conocimiento ciudadano. La motivación del doctor Giammattei es muy grande, porque debe empezar la tarea de ganar el prestigio personal reconocido por los guatemaltecos. Ganó una elección, pero ahora debe ganar la presidencia. Puede empezar por los niveles bajos de la administración para ir ascendiendo. Es un camino largo y no se debe correr, pero sí caminar con paso sereno. Como es claro, el beneficio de la duda comenzará como resultado de las acciones contra la corrupción y contra los politiqueros. La decisión es propia: por ello, deberá responder o recibir merecidos halagos de la Historia.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.