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Qué dice la ciencia sobre la importancia de que te parezcas a tu pareja para que la relación tenga éxito

Después de estudiar muchas especies monógamas -desde cacatúas hasta peces cíclidos- la ciencia ha revelado un patrón claro: en las relaciones es de gran ayuda ser parecido a tu pareja.

Cuando las parejas son similares en su manera de comportarse, su éxito reproductivo tiende a ser mayor.

Y se podría pensar que este precepto aplica también a los humanos.

De hecho, durante mucho tiempo los psicólogos y otros profesionales han argumentado que la similitud es probablemente beneficiosa. Después de todo, será más probable que disfrutemos de los mismos objetivos, valores y perspectivas en la vida.

Pero no importa cuán intuitiva parezca esta idea, durante décadas muchos estudios no la han apoyado.

Ahora, sin embargo, un equipo de psicólogos de la Universidad de Ámsterdam, en Holanda, cree saber por qué.

Identidad compartida

Los especialistas han analizado el tema desde perspectivas mucho más sofisticadas y con más matices que en investigaciones anteriores. Y sus hallazgos sugieren que la similitud entre los integrantes de una pareja sí importa, especialmente por el rasgo de la empatía.

Su estudio no es aislado. Otra investigación reciente que explora distintos factores además de la personalidad, ha encontrado que la similitud en la pareja es importante en otros aspectos: por ejemplo la hora a la que se levanta cada uno o la ideología política que tienen.

Pero, sobre todo -y quizás más importante que cuán similar eres a tu pareja- es en qué medida cada uno dentro de la relación llega a desarrollar un sentido de identidad compartida.

Al referirse a cuánto afecta a las relaciones la similitud de las dos personas involucradas, la investigadora principal Manon van Scheppingen y sus colegas explican que prácticamente todas las investigaciones anteriores han adoptado un enfoque de todo o nada.

Según ellos, el mayor error previo en este campo ha sido no tener en cuenta preguntas que encierran más matices.

Por ejemplo, el sentido común sugeriría que si ambos en la pareja son fuertemente meticulosos entonces la similitud en ese caso podría ser beneficiosa.

Pero si uno de los dos es poco meticuloso, en realidad podría ser mejor para la relación si el otro es diferente, lo cual provocaría un efecto similar a la compensación.

Compatibilidad y felicidad

El equipo de Van Scheppingen analizó varios años de datos sobre la personalidad, el bienestar y la satisfacción en las relaciones de miles de parejas casadas por largo tiempo en Estados Unidos, tomando en consideración las puntuaciones relativas de cada pareja en cada uno de los cinco rasgos principales de la personalidad.

El equipo encontró que lo más importante para el bienestar de las parejas analizadas, de manera general, era el efecto directo de la personalidad de cada uno en la relación.

En general, los individuos tendían a ser más felices si ellos y/o su pareja tenían personalidades más agradables, más concienzudas y menos neuróticas (lo cual es consistente con lo que sabemos sobre los vínculos entre estos rasgos y la felicidad).

Lo que es crucial -y sí difiere de las investigaciones anteriores- es que aquí no acaba la historia.

Por ejemplo, que ambas partes fueran tan extrovertidas no resultó ideal para el bienestar de las relaciones analizadas, de manera general. En cambio, la situación óptima -al menos para el bienestar- era que una de las dos personas fuera más extravertida que la otra.

Para las personas que tenían bajos niveles de meticulosidad o atención a los detalles la similitud tampoco llevaba al éxito: resultaba más beneficioso estar con alguien diferente en este sentido.

La excepción más sobresaliente -pero solo en el caso de las mujeres- consistió en la cualidad de la empatía y la capacidad para confiar en los demás.

Mayor bienestar

En los casos analizados, una mayor similitud con la pareja era la situación ideal en términos de sentirse más apoyado en la relación.

Y otro aspecto que jugaba a favor de ambos -tanto hombres como mujeres- fue el grado de similitud en aspectos como el disfrute de nuevas experiencias y la apreciación del arte y la cultura.

Van Scheppingen y su equipo especularon que cierta similitud en este sentido podría ser beneficiosa debido a los vínculos de estos rasgos con los valores y la política.

La similitud, por lo tanto, conduciría a “menos conflicto entre los puntos de vista y las acciones de los cónyuges, los cuales podrían experimentar niveles más altos de bienestar en la relación”, escriben los investigadores.

Este hallazgo tiene puntos de contacto con otro estudio reciente que analizó si existe alguna conexión entre cuán similares son las parejas y cuánto dura su relación.

Podría decirse que esta es una medición mucho más objetiva que la opinión de las personas sobre su propio su bienestar y los sentimientos de apoyo dentro de una relación de pareja.

Beatrice Rammstedt, del Instituto Gesis Leibniz para las Ciencias Sociales en Alemania hizo que casi 5.000 parejas alemanas completaran cuestionarios de personalidad y las siguió durante cinco años.

Su equipo descubrió que las parejas que mostraban una mayor similitud en los rasgos descritos arriba tenían más probabilidades de permanecer juntas.

Estos no fueron los únicos estudios recientes que encontraron un beneficio en la similitud. Otro estudio también encontró que las mujeres se benefician cuando disfrutan de nuevas experiencias y aprecian el arte y la cultura de manera similar a sus parejas.

Sin embargo, otro estudio encontró que la similitud con la pareja era específicamente útil para las personas con ansiedad por la preocupación de ser abandonadas.

Hay evidencia de que las similitudes, más allá de los rasgos principales de la personalidad, también son importantes.

Por ejemplo, un estudio reciente sobre parejas heterosexuales realizado por Paulina Jocza y sus colegas de la Universidad de Varsovia, en Polonia, mostró que las mujeres eran más felices en su relación cuando ellas y sus parejas compartían el mismo cronotipo (es decir, si ambas eran persona mañaneras o preferían el horario de la tarde).

También descubrieron que ambos sexos encontraban más satisfacción sexual si compartían una preferencia por el horario favorito del día para tener relaciones sexuales.

Otro estudio encontró que las mujeres son más felices en su relación cuando comparten inclinaciones políticas con sus parejas. Y tanto los hombres como las mujeres son más felices si sus parejas valoran más o menos de la misma forma la libertad y la independencia.

Fusión de identidad

Estos estudios se centran en comparar la similitud de las dos personas en la relación de la manera más objetiva posible.

Pero, por supuesto, nuestras percepciones y sentimientos subjetivos acerca de nuestras parejas probablemente sean igual de importantes -si no más- que cómo nos sentimos acerca de nuestras relaciones.

Y respecto a este punto los psicólogos también han estado examinando el efecto de tener un sentido de identidad compartida con nuestra pareja, o lo que se conoce como “fusión de identidad”, según Courtney Walsh y Lisa Neff, de la Universidad de Texas, en Estados Unidos.

En su trabajo sobre las parejas recién casadas, Walsh y Neff descubrieron que aquellas personas que apreciaban que su sentido de identidad estaba fusionado de manera equilibrada con el de su cónyuge también tendían a tener más confianza en su relación y a lidiar de manera más constructiva con cualquier turbulencia marital.

Sería interesante saber cómo las percepciones de una identidad compartida podrían interactuar con la similitud de la pareja. Después de todo, si es posible lograr una forma de compañía en la que sientas que tú y tu pareja se han convertido en uno, entonces es probable que las cuestiones de similitudes y diferencias entre ustedes se conviertan en un tema secundario, porque los rasgos y valores de ambos serán compartidos.

¿En resumen? Probablemente sea seguro concluir que la similitud entre ambas partes es importante para las relaciones de pareja. Las implicaciones específicas dependen del género, los rasgos en cuestión e incluso el estilo de apego.

Y aunque no existe una regla simple que se aplique a todos, sería erróneo concluir que la similitud es irrelevante.


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