Salud y Familia

Qué necesita para independizarse y vivir solo

No es una decisión fácil, pero independizarse de los padres es una etapa que llega en algún momento de la vida. Para dar este paso debemos pasar por una preparación mental, económica y emocional. Si está viviendo este proceso, aquí le damos algunos consejos:

Conforme avanza en edad y madurez, es natural que surja la necesidad de independizarse de sus padres. Esto trae consigo algunas ventajas y desventajas que debe tener presentes antes de tomar una decisión definitiva.

“Como personas es necesario tener autonomía, reconocer que se es capaz de hacer las cosas por sus propios medios. Al independizarse debe hacerse responsable de las decisiones que toma y sus consecuencias, ya que vivir solo desencadena responsabilidades que  hay que afrontar”, asegura Luz María Estrada, psicóloga clínica.

Lo primero que debe plantearse antes de disponer de su mudanza es la razón por la cual quiere o necesita irse de casa, dice Estrada.

Cada caso es diferente y para Carmen Méndez se trataba de cambiar su estilo de vida. “Vivía en Antigua Guatemala con mis padres y trabajaba en la capital, entonces era muy complicado, me demandaba tiempo y energía. Además, el tráfico va en aumento”, expresa.

Carmen salía de su casa a las 4.30 horas y llegaba a su trabajo a las 5.30 horas. Su horario de entrada era a las 8 de la mañana. “El desgaste físico y mental era mucho, dormía 4 horas”, agrega. Esto sucedía mientras la joven estudiaba y trabajaba al mismo tiempo, lo cual representaba para ella una fuerte carga estudiantil y laboral. “A partir de esto tomé la decisión de mudarme, de buscar algo más cerca”, dice. Al tener claros sus motivos, era momento para prepararse a nivel mental, emocional, económico y demás factores.

“La economía es importante. Pregúntese si está listo para darse el nivel de vida al que está acostumbrado, si contará con las facilidades que tiene al estar con su familia nuclear. Los cambios pueden ser fuertes”, señala la psicóloga.

Prejuicios sociales

En Guatemala, independizarse antes del matrimonio es visto como un tabú, señala Estrada. “Debemos abrir la mente y los ojos. Salir de casa nos da autonomía, adquirimos una visión del mundo real al que nos enfrentaremos como adultos. Al iniciar una relación de pareja, no nos toparemos con asuntos que no hemos experimentado y este cambio será más fácil. Los padres deben aprender a aceptarlo”, expresa. Precisamente, este fue el caso de Carmen.

La joven había hablado con sus padres desde hacía mucho tiempo. “Es importante mencionar que la vida en un departamento es distinta a la de la capital, aunque Sacatepéquez esté muy próximo. El proceso de adaptación puede resultar más complejo”, dice.

“Hay padres que tienen la disponibilidad de que sus hijos vivan solos, pero mi caso parecía imposible. Soy la menor de cuatro hermanos y todos, cuando dejaron el hogar de mis padres, fue porque iban a casarse. Al ser la pequeña, mujer, soltera y con novio, para ellos era un shock que yo me fuera a vivir sola. Pensaban en el qué dirá la gente”, dice.

Además de la perspectiva cultural sobre independizarse antes del matrimonio, está el factor emocional.

Preparación emocional

Lo recomendable es vivir cada etapa, según Estrada, lo cual implica sentir las emociones en los momentos correspondientes. “Se experimenta un duelo por separación y los padres consideran que su rol de crianza ha terminado”, dice Estrada.

Es importante hablar con los padres y prepararse emocionalmente. (Foto Prensa Libre: Servicios).

En estos casos, lo aconsejable es practicar la comunicación asertiva, que ambas partes tengan presentes las razones por las cuales la persona decidió independizarse, reconocer sus sentimientos, intercambiar ideas y marcar pautas. “Tenga en cuenta que la paternidad siempre cambia y los padres deben volver a conocerse como pareja”, añade la psicóloga.

También es en esta etapa donde debe establecer límites en la relación entre padres e hijos, de cómo será la relación, la comunicación y las visitas. “Por más duro que suene, los límites, la buena comunicación y el respeto son la mejor manera para tener una relación sana y que esta no se vuelva tóxica”, indica la experta.

Pero Carmen y sus padres no lo hicieron en la fase inicial, sino mucho después. “Mi madre lloró porque es difícil ver a los hijos partir. Los problemas vinieron después. Los primeros días me llamaba a cada hora y, a las 18 horas me preguntaba si ya estaba en casa y tal vez no había salido del trabajo”, cuenta.

Al ser oriunda de otro departamento, parecía haber un acuerdo implícito entre Carmen y sus padres, de que la joven llegara a casa cada fin de semana. “Si alguien me invitaba a salir de paseo los fines de semana o a alguna actividad, yo les decía que no podía porque debía estar en casa de mis papás”, recuerda.

Esto cambió cuando estableció límites. “Les dije que ya no me podían llamar todos los días porque no era sano, me tenían que dejar crecer. Aunque fue difícil para ellos, lo entendieron bien”, agrega.

Buscar el lugar

Cuando ha tomado la decisión y ha hablado con sus padres, lo siguiente es evaluar su presupuesto para poder cotizar lugares y saber si tendrá la capacidad de cubrir gastos en la renta o compra del inmueble, la inversión del mobiliario, el pago de servicios, la alimentación y otros.

Considere su presupuesto para tomar la decisión de mudarse. (Foto Prensa Libre: Servicios).

“La economía es importante. Pregúntese si está listo para darse el nivel de vida al que está acostumbrado, si contará con las facilidades que tiene en la casa de sus padres. Los cambios pueden ser fuertes”, indica la psicóloga.

Carmen contactó a la persona encargada, un conocido de la carrera, como lo refiere. “Fue una dicha porque existía un antecedente de quién era. No era un completo desconocido. Para compartir el apartamento, es necesario que exista confianza”, dice, pues era un espacio compartido entre tres personas.

“El primer paso de todo es tener un presupuesto y conforme a eso vas buscando el apartamento. Al principio uno busca algo económico y que esté amueblado porque no tenía un presupuesto para disponer para muebles y electrodomésticos”, dice Carmen.

Al llegar al lugar, la joven observó que había una garita de seguridad donde pedían documentos para ingresar, lo cual le dio confianza. Otras ventajas que ofrecía el apartamento es que estaba totalmente equipado y, al ser compartido, la renta sería un poco más económica.

Un factor importante que debe tomar en consideración al escoger su próxima vivienda son las distancias y el tráfico, sobre todo si es en la Ciudad de Guatemala, ya que circulan miles de vehículos diariamente y lleva más tiempo trasladarse de un lugar a otro.

“Estaba más cerca, podía levantarme a las 6 y salir a las 7. El problema era el regreso porque tenía que esperar a las siete y media para que disminuyera el tráfico y así poder salir. Hacía hora y media de camino, tiempo que me tomaba para regresar a la Antigua”, explica Carmen. Entonces esto le desfavorecía en el gasto de gasolina.

Luego de 10 meses, se mudó a un lugar más cercano a su trabajo y le tomaba  cinco minutos llegar a su destino.

Vivir con roommates

Un compañero de cuarto, conocido como “roommate” o “roomie”, es la persona con la que se comparte una vivienda. Esto, además de la ventaja económica que representa al dividirse el pago de la renta, implica saber convivir con los demás para lo cual debe existir reglas y límites.

Si se lleva una sana convivencia, tener roommates podría ser agradable, para el proceso de independizarse de los padres. (Foto Prensa Libre: Servicios).

“En el apartamento contábamos con lavadora, secadora, un refrigerador, una estufa y un baño. Debíamos organizarnos para no interferir en los quehaceres de los demás”, cuenta Carmen. Esto facilitaba que se desarrollara un ambiente de armonía. Pero esto podría cambiar si se rebasan los límites.

“Luego vino otra persona y fue más complicado porque no respetaba los horarios. Teníamos una regla de no tocar las cosas de los demás a menos que las pidiéramos prestadas. Nadie debía entrar en la habitación de nadie porque respetábamos los espacios privados, pero era muy problemática porque tomaba las cosas ajenas” expresa Carmen, quien concluye que el compañerismo vuelve más fácil la convivencia.

“Ser amigos no nos garantiza que todo salga bien. Debemos tener la madurez de aceptar cuando las cosas no están funcionando”, aconseja.

Tener su propio apartamento

De vivir con roomies a buscar su propio apartamento implicaba evaluar nuevamente su presupuesto. Carmen necesitaba un lugar en las cercanías de su trabajo. “Al elaborar el presupuesto solo se piensa en los gastos fuertes como gasolina, comida y salidas, pero olvidamos los gastos hormiga, que son más recurrentes. Una no piensa en comprar papel porque se da por hecho que está en casa. Lo mismo sucede con las servilletas y el jabón”, plantea.

Entre las cosas que debía evaluar Carmen era la reducción de gasto en la gasolina, pues la distancia era mucho más corta. “También contemplé que el apartamento nuevo no tenía muebles y le pedí mi cama a mis papás”, añade.

Tampoco tendría un lugar para lavar, pues no contaba con pila ni con lavadora. Al ver que no tendría espacio para secar la ropa, debía comprar también la secadora. “Coticé en grandes empresas de electrodomésticos, pero excedía mi presupuesto. Entonces busqué en Facebook en la sección de Marketplace y encontré una secadora y lavadora de segunda mano, las cuales eran accesibles para mí”, cuenta.

Pero Carmen había pasado por alto un detalle: aumentaría el gasto de la luz significativamente. “Vivir solo es tomar decisiones”, expresa. Más tarde habló con una compañera a quien le propuso mudarse con ella. De esta manera, compartirían gastos. “Si se comparte, se dividen los gastos. Una modalidad que funciona es que, si este mes yo pago un servicio, al siguiente la otra persona y así sucesivamente”, explica.

Además de los pagos de servicios, hay acuerdos a los que se pueden llegar con los roommates y es el de equipar el lugar. “Como tú compraste la lavadora y la secadora, yo traeré el refrigerador y compraré un amueblado de sala”, propuso la compañera de Carmen. Esto y la decoración que compraron en conjunto hizo del apartamento un ambiente hogareño. “También llegamos al acuerdo que, al momento de que alguna partiera, tenía el derecho de llevarse las cosas que puso”, indica la joven.

Parte del compañerismo, dice Carmen, es saber que las otras personas pueden recibir visitas. “Otro tabú que se da es que hombres no pueden vivir con mujeres. Yo viví con un hombre, solos los dos y fue la mejor experiencia de mi vida”, expresa.

Aunque hay quienes piensan que esta experiencia trae consigo soledad, la joven señala que se trata de aprender a convivir con otras personas, de apoyarse y de pasar momentos divertidos.

“El hecho de temerle a la soledad puede ser una alerta de que algo no está bien, que la persona no se conoce y no puede pasar tiempo consigo misma. Es una idea retrógrada, pero se debe a que no se está emocionalmente preparado para ello. Más que una costumbra, es un conflicto de no poder estar solo”, dice la psicóloga.

Independizarse es sinónimo de aprendizaje

La persona que decide vivir sola debe tener conciencia de la responsabilidad que adquirirá, de las ventajas y desventajas. “Debe ser realista sobre lo que se va a enfrentar. En ocasiones, podría experimentar frustración, enojo. Viva cada etapa para que valga la pena el resultado”, indica Estrada.

“Es un proceso duro porque hay momentos de limitaciones al haber nuevas prioridades. No es imposible, existen soluciones y es posible lograrlo”, expresa Carmen.

“Me ayudó a crecer personal y emocionalmente. Maduré. Cuando era niña pensaba que no podría vivir sin mis papás y, al estar con ellos, damos por hecho de que todo está resuelto. Llegas a casa y la comida está preparada, la limpieza está hecha y esto no sucede cuando te independizas porque todo depende de ti. Es una bonita experiencia porque creas nuevas relaciones con personas que se vuelven parte de tu familia. Siempre habrá personas que estén dispuestas a ayudarte”, agrega.

 

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