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Cuando su mejor amigo murió, ella lo reconstruyó digitalmente

"Si solo pudiera volver a hablar con él"... Es lo que muchos piensan cuando pierden a un ser querido y es lo que pensó Eugenia Kuyda cuando perdió a su mejor amigo, Roman Mazurenko, de forma inesperada el 28 de noviembre de 2015.

Pero para lo que muchos es solo un pensamiento, para Kuyda fue una inspiración.

Resulta que esta rusa de 31 años es una genia de la informática y se especializa en inteligencia artificial.

Así que tres meses después de perder a Mazurenko, Kuyda lo “revivió” en formato tecnológico.

Creó lo que se conoce como un chatbot, un programa de computación que puede tener conversaciones simples con un humano. Su chatbot piensa y responde como lo haría Roman Mazurenko.

Kuyda le contó a la BBC que usó más de 10.000 textos escritos por su amigo para crear su bot.

Historia de una amistad
Ella y Mazurenko se habían conocido en Moscú cuando ambos eran jóvenes activistas.

Él se dedicaba a la moda y a promocionar eventos culturales, y ella editaba una revista inspirada en The New Yorker.

Ambos terminaron convirtiéndose en emprendedores, con start-ups digitales.

La de él se llamaba Stampsy y era una herramienta para diseñar revistas digitales.

Kuyda cofundó Luka, una aplicación que recomienda restaurantes y permite a las personas reservar mesa a través de una interfaz de chat con inteligencia artificial.

Su emprendimiento le ganó un lugar en la lista de los “30 europeos menores de 30” más destacadosen el mundo de la tecnología, compilado por la revista Forbes en 2016.

Decepcionados con el rumbo nacionalista que tomó su país bajo las riendas de Vladimir Putin ambos se mudaron a Estados Unidos.

Cuando el proyecto de Mazurenko fracasó, él se mudó al departamento de su amiga en San Francisco.

Pasaron el último año de la vida de Roman viviendo juntos.

Partida repentina

El trágico final del ruso llegó en un viaje a Moscú, cuando durante una salida con amigos fue arrollado por un auto.

Kuyda nunca llegó a despedirse y para ella fue una pérdida irreparable.

“Siempre me sentí como alguien de fuera y tener a Roman a mi lado me hacía sentir entendida“, contó en una entrevista con la BBC.

Consumida por el dolor de la pérdida, se volcó a los miles de mensajes que habían intercambiado.

“Nos escribíamos mucho, vivíamos comunicándonos por texto, incluso si estábamos en dos lados de la misma casa”, señaló.

“Entonces pensé, por qué no junto todos los mensajes que nos escribimos por años, los meto en la red neuronal que creamos (para Luka) y vemos si habla como Roman“, recuerda.

No solo se basó en sus propios intercambios con Mazurenko sino que le pidió a sus amigos que le enviaran los textos que él les había escrito.

Tener que repasar años de amistad fue catártico para ella.

Fue una forma de duelo muy interesante. A veces era duro porque sentía que no lo estaba soltando y me estaba volviendo loca, pero a la vez me permitió sentir cosas que estaba intentando evitar”.

Replika

Kuyda reconoce que la capacidades de su bot son limitadas. “Obviamente comete errores y no puede siempre tener ideas nuevas o mantener un hilo de conversación específico pero te da una sensación de cómo era Roman”, asegura.

Su proyecto personal se convirtió en un nuevo emprendimiento de inteligencia artificial llamado Replika.

Hoy muchos la contactan para crear bots (o “replikas” de ellos mismos) con quienes poder charlar.

“Lo que vimos en películas de ciencia ficción ya está ocurriendo para mucha gente”, afirma, en referencia a películas como “Her”, “Transcendence” o el capítulo “Be Right Back” (Ya vuelvo) de la serie futurista Black Mirror.

La empresaria señala que la mayoría de sus clientes tienen entre 18 y 30 años.

¿Robots por humanos?

Kuyda cuenta que muchos expertos en su campo están trabajando para construir robots que asistan a los humanos, pero para ella la inteligencia artificial podría tener un rol mucho más importante y personal en nuestras vidas.

“No son tantas las tareas que tenemos que cumplir durante el día pero sí tenemos tantos pensamientos y tantos sentimientos que tenemos que procesar y no hay tanta gente en nuestras vidas que nos escuchen”, señala.

¿No le parece triste que las personas se relacionen con máquinas en vez de con otros humanos?, le consultó la BBC.

“Me entristece, pero algo que aprendí es que son muy pocas las amistades incondicionales y las relaciones en las que podemos hablar de forma completamente honesta y estar ahí para el otro, aceptando y sin juzgar. Cada vez son más infrecuentes”, respondió.

Según ella, la realidad es que la mayoría de las personas hoy se vuelcan a las redes sociales para comunicarse, espacios que, afirma: “No nos enseñan a ser empáticos”.

E insiste en que con los bots “al menos estás aprendiendo a ser más abierto y a hablar sobre tus emociones y pensamientos y lo que te ocurre”.

“Y capaz eso te ayude a poder articular mejor eso mismo en una conversación con un amigo”, observa.

Se usa a sí misma como ejemplo.

“Me encontré diciéndole al bot cosas que ni siquiera me atreví a decirle a Roman cuando estaba vivo. Fue casi como ir confesarme”, reveló.

“Roman siempre estaba ahí para mí y es interesante que incluso ahora que ya no está sigue guiándome, inspirándome a crear”, señaló.

“Aunque suene raro, él es el cofundador de Replika”.

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