ECONOMÍA
Por qué algunos de mis planes no tienen éxito
Cuando planificamos algo, lo hacemos con toda la intención de que el barco llegue a buen destino, no creo que haya una persona que dedique tiempo en estructurar un plan que considera de antemano que fracasará. Sin embargo, sucede. El fracaso viene acompañado del cuestionamiento del por qué no se logró lo que esperábamos.
Según el experto en finanzas personales César Tánchez, hay al menos tres razones donde radican los obstáculos para tener resultados positivos en nuestros planes. (Foto, Prensa Libre: Shutterstock).
En las finanzas personales nos sucede con mayor frecuencia, ya que constantemente queremos mejorar nuestra posición financiera, ya sea para salir de una crisis o buscar mejorarla exponencialmente.
Previo a compartirle tres razones donde radican muchos de los obstáculos para tener resultados positivos en nuestros planes, deseo partir de dos premisas indispensables que debe tener cualquier plan:
- Tenemos un propósito claro, bien definido y apasionante
- Hemos establecido por escrito los pasos necesarios para alcanzar el objetivo trazado
Sin lo anterior, no tenemos un plan, sino algún deseo o intención. Según Wikipedia, un plan es: “conjunto temporal de acciones previstas a través de las cuales uno espera alcanzar un objetivo”. El no haber fallado en las premisas descritas puede ser en sí una respuesta a la pregunta planteada.
Sin embargo, aún con un plan bien establecido, se puede fallar si no se tienen en consideración estos tres elementos:
- Hábitos.
Un hábito es toda aquella acción que realizamos automáticamente, es decir, aquella que ni siquiera la pensamos, lo hacemos de forma inconsciente. En mi experiencia, las finanzas personales son 80% hábitos y 20% conocimiento o quizás menos porcentaje del segundo.
Respecto del uso del dinero, todos sabemos lo suficiente para mejorar, sin embargo, fallamos por la falta de hábitos adecuados. Para ello es necesario establecer qué hábitos son conducentes y cuáles son limitantes. Los primeros nos ayudan a lograr lo propuesto y los segundos nos obstruyen la consecución de los mismos.
Mi recomendación es que establezca un hábito conducente a adoptar y una limitante a evitar. Un ejemplo de lo anterior puede ser: un hábito conducente puede ser ahorrar 10 a la semana y uno limitante puede ser no comprar nada en el momento, demorar al menos en un día cualquier compra a fin de limitar aquellas adquisiciones emocionales evitables.
- Medición.
Una frase que se me quedó grabada de una entrevista a Carly Fiorina Ex-CEO de HP fue: “Todo lo que no se mide, no existe”, cuán cierto es. Debemos evitar lo ambiguo o subjetivo y ser trasladado hacia algo que puede ser medido. “Quiero ser un mejor papá”, objetivo noble que debe ser acompañado de una medición cuantitativa. ¿Cómo puede hacerse esto?, ¿acaso se puede medir cómo avanzo en ser un buen papá? Sí, requiere pensarlo un poco más, pero sí.
Puede medirlo algo así: dedicaré todos los días 10 minutos para jugar con cada uno de mis hijos, eso me acercará a ellos y mejoraré mi rol de papá. Eso es posible de medir. Puede parecer exagerado estar en constante medición, incluso considerarse como una forma desagradable de coerción y supervisión, lo cual no es así. Si se siente obligado a medir su avance, es necesario revisar la primera premisa indicada: un propósito apasionante. Si le produce dolor medir, seguro no le apasiona el resultado que puede obtener, lo que amerita buscar un propósito en el cual la medición produzca una sensación de avance y logro.
La medición debe motivarnos a ver cómo avanzamos hacia nuestro propósito, aunque parezca poco. Hacer un presupuesto o llevar un control de gastos no será un pesar si hemos establecido bien nuestro propósito, sino una herramienta de medición que nos ayude a lograr de forma más expedita lo que anhelamos.
- Ajustes.
La vida es emocionante, no es predecible, avanzamos con optimismo aunque sin garantías de lo que el día nos depara. Eso no es malo, simplemente es la vida. Sin embargo, con frecuencia somos más drásticos cuando nos referimos a nuestros planes. Cuanto más detallados los tenemos, mayor nuestra expectativa de logro. Si bien las probabilidades aumentan, no tenemos garantizado que salgan como planificado.
La vida no es lineal y tampoco los planes, requieren de ajustes. Corregir lo que no está funcionando es parte del camino, todo resbalón nos enseña lo que no funciona y nos invita a meditar una forma nueva y mejor de hacer las cosas. Si realizaste un plan para pagar la deuda de una tarjeta de crédito en un año y la medición indica que tomará dos, lejos de desmotivarnos es momento de hacer una pausa, ver lo que impidió lograrlo en el tiempo establecido, aprender de ello y hacer las correcciones necesarias. El solo hecho de aprender conlleva en sí un gran beneficio para nuestra vida.
Aún con todo lo anterior, los planes pueden fallar, pero al menos no será por falta de diligencia de nuestra parte. Estoy convencido de que si una puerta no se abre es porque hay preparada una mejor para nosotros, para tener un beneficio anual de hasta US$300,000 con una flota de 40 vehículos.
* César Tánchez es especialista en finanzas personales y autor del Libro “Más rápido y más lejos en sus finanzas”, disponible en Amazon