Después, durante la misma intervención, empezó un proceso inverso de reconstrucción, al que todavía se sorprende de haber sobrevivido.
BBC NEWS MUNDO
“La reconstrucción facial que cambió mi vida”
Cuando a Jen Taylor le diagnosticaron cáncer en los huesos, pasó por una cirugía de 16 horas en la que le quitaron la mandíbula superior, el pómulo, la cavidad del ojo y una zona del cráneo que le llegaba hasta la parte de atrás de la cabeza.
“No tenía ningún síntoma, literalmente. Ningún dolor, ninguna enfermedad”, le contó esta británica al programa Victoria Derbyshire de la BBC.
Pero entonces empezó a notar un bulto inusual que le crecía en la mandíbula superior.
“Fui al dentista, que pensó que era un absceso”, dijo.
Pasaron dos meses antes de que Taylor, de 30 años, supiera la causa: le diagnosticaron cáncer de huesos en agosto de 2017.
“Recuerdo que el especialista dijo ‘lo siento’ muchas, muchas, veces, ‘pero es cáncer'”.
Empezó a hacer quimioterapia poco después. “Mi quimio fue intensa, de lunes a viernes durante tres horas seguidas”, dice.
“En una semana se me cayó todo el pelo y me llevé algunos sustos, como amagos de ataques al corazón”.
Todo fuera
Pero después llegó la hora de quitar el tumor: 16 horas de una cirugía muy compleja.
“No era solo la mandíbula, era detrás del pómulo hasta el ojo, toda la parte de atrás de la nariz y también la parte de atrás del cráneo”, explica Taylor.
Los doctores utilizaron hueso de su omóplato y músculo de la espalda para darle un nuevo “tejado” a su boca.
También conectaron la zona reconstruida con venas en el cuello para darle riego sanguíneo.
Los médicos creen que retiraron todo el cáncer, pero Taylor tiene que hacerse imágenes de resonancia magnética regularmente para confirmar que no vuelve a crecer.
“No estaba preparada”
“Psicológicamente, no estaba en absoluto preparada”, reconoce la joven.
“Aparte de los doctores y enfermeras no tuve otro tipo de apoyo, y hubo días en los que me pregunté cómo sería posible recuperarse de aquello”.
“Estaba contenta de seguir viva pero hubo momentos en que me miraba al espejo y me resultaba dificilísimo lidiar con cómo había cambiado”.
Taylor dice que sí la ayudó, sin embargo, tomarse una foto de su aspecto cada pocos días durante dos meses.
“Si no fuera por las fotos me habría desesperado pensando que nada estaba mejorando”, dice.
“Lo que sigue siendo duro es que el lugar del que sacaron el cáncer se hundió un poco cuando pasó la inflamación”.
Vuelta al trabajo
Después de semanas de agonía y frustración, Jen volvió a aprender a masticar, pero quizás nunca vuelva a ser capaz de respirar por la nariz.
Ahora está esperando a que le hagan implantes dentales, ya que solo tiene seis dientes de arriba en el costado izquierdo de la cara.
Taylor se da cuenta del tremendo progreso que ha hecho hasta ahora, pero todavía cree que su aspecto no es “normal”.
“Todavía me miro y digo, “ahí está esa persona con cáncer”, dice.
Pero ahora Jen está en proceso de reincorporarse a su trabajo como contable. Eso, dice, se lo debe al apoyo que recibió de la organización británica sin ánimo de lucro Macmillan, que ayuda a pacientes con cáncer y a sus familiares.
“Me apoyaron a través de charlas, de talleres para cuidar mi aspecto y verme más linda…”.
“Me ofrecieron una familiaridad que fue muy importante para mi, y me dieron un espacio donde sentirme segura”.
Taylor tiene un blog que la ha ayudado mucho en este camino.
Al principio empezó como una herramienta para mantener informados a familiares y amigos sobre cómo iba progresando.
“Se transformó en algo increíble, me conectó con muchísima gente”, dice.
Ahora sigue en proceso de recuperación. Al mirar sus fotos del año pasado no deja de sorprenderse del camino extremo que tuvo que recorrer.
“No puedo creer que alguien pueda sobrevivir a algo así”, dice. “No parecía una persona”.