FAMILIAS EN PAZ

La esperanza del mundo

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La Mishná es el cuerpo de leyes judías que recoge, consolida y explica la tradición oral desarrollada durante siglos. En ella se describe con claridad y exactitud el lugar donde nacería el Mesías esperado, cuya noticia se proclamaría desde una región llamada Midgal Eder, lugar cercano a Belén que significa “torre del rebaño”.

Hay algo extraordinario en este hecho, puesto que los rebaños de ovejas pastaban en las laderas, no había campos destinados a pastar ovejas, de manera que este era la excepción. ¿Cuál era la razón? Había un rebaño que necesitaba un campo especial y estar cerca de Jerusalén, puesto que el ganado que allí pastaba era destinado a los sacrificios del templo. De modo que fue en ese campo y a los pastores responsables de cuidar a los corderos del sacrificio a quienes les fue anunciado por primera vez el nacimiento del Mesías. Ellos sabían lo que significaba el cordero del sacrificio para la esperanza del pueblo.

Hay algo simbólico y trascendental en el hecho de que Jesús haya nacido en Belén, cercano a Midgal Eder. Vemos cómo a partir del lugar de su nacimiento confirma su misión: ser el cordero que quita el pecado del mundo. Su nacimiento significaba el cumplimiento de la esperanza mesiánica; sin embargo, luego de más de dos mil años aún se cuestiona si en verdad lo era: alguien nacido de una virgen de Galilea desposada con un humilde carpintero no podía reflejar dicho cumplimiento; debía ser algo más grande, más suntuoso, que reflejara el poderío de un rey, no un niño en un pesebre.

Sin embargo, los planes de Dios son distintos a los nuestros. Su nacimiento es revelado primero a corazones sinceros que esperaban su llegada, pastores marginados que estuvieron dispuestos a reconocerle en medio de las circunstancias sencillas que rodearon su nacimiento. No fue en la suntuosidad y grandeza del templo o de sus ritos, sino en la intimidad de un humilde hogar de Nazaret. Allí Dios muestra su inmenso amor para con la humanidad, haciendo visible su favor, gracia y misericordia para todos los pobres y humildes que le reconocen como el Salvador del mundo, la única esperanza de toda la humanidad.

Al igual que el día de su nacimiento, dos mil años después, le seguimos relegando a un establo, lejos de nuestro diario vivir; elegimos la suntuosidad de las fiestas, los ritos y tradiciones, en lugar de la sencillez, perdiendo de vista la esencia y propósito de su nacimiento.

Todo el sistema religioso del judaísmo: el templo, los servicios y, especialmente, los sacrificios reflejaban la profunda necesidad de redención, salvación y restauración. Todos los seres humanos tenemos la misma necesidad, corremos el peligro que la religiosidad o la multitud de figuras o ritos que consideramos relevantes, incluyendo nuestras buenas obras, nos haga perder de vista el hecho más significativo para la humanidad: Dios se haya hecho hombre para darnos salvación.

' Que el nacimiento de Jesús sea auténtico, real y evidente en nuestras vidas.

Rolando de Paz

La Navidad se trata de Cristo y del propósito de su encarnación. No ha habido hombre alguno en la historia de la humanidad en quien se hayan cumplido todas las profecías o superado las pruebas de la investigación histórica, solamente Jesús. En su vida no se halló falta alguna, y nadie ha podido ni podrá objetar alguna de sus enseñanzas.

Que la Navidad no sea un motivo de división entre los creyentes, aquellos que creyéndose sabios respecto de fechas y ritos imponen pesadas cargas que ni ellos mismos pueden llevar. ¿Por qué no mejor nos centramos en hacer del nacimiento de Jesús algo determinante para nuestra fe, convicciones y acciones? Que su nacimiento sea auténtico, real y evidente en nuestra vida. Les invito a reflexionar en ello. Feliz Navidad.

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