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“Construcción de satélites y naves espaciales, desarrollo de softwares para misiones espaciales y el estudio de las estrellas y cuerpos celestes son algunos de los sueños de muchos niños y jóvenes a quienes les apasiona este campo”, indica Víctor Ayerdi, codirector del Proyecto CubeSat de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG), donde se desarrolla Quetzal-1, el primer satélite guatemalteco que será lanzado al espacio en el 2019.
“El desarrollo de Quetzal-1 nos ha permitido conocer a muchos guatemaltecos que trabajan en estas actividades, en su mayoría, fuera de Guatemala, y que demuestran cómo este tipo de anhelos pueden hacerse realidad”, añade.
En esta ocasión presentamos a seis guatemaltecos, hombres y mujeres, que sobresalen en el campo espacial, y que consideran un gran paso tecnológico y científico para Guatemala el desarrollo del primer satélite nacional. En futuras publicaciones conoceremos las historias de más connacionales que dedican su vida a que la humanidad mejore su calidad de vida al ampliar el conocimiento del espacio.
Con información de Víctor Ayerdi y Luis Zea
África Flores
Desde sus estudios en la Universidad de San Carlos de Guatemala, de donde se graduó de ingeniera agrónoma en Recursos Naturales y Ciencias de Ecosistemas Terrestres, Flores se interesó en sistemas de información geográfica.
Actualmente labora en la Universidad de Alabama, en Huntsville, y en el Centro de Vuelos Espaciales Marshall, de la Nasa, donde es parte del proyecto Nasa-Servir de Cobertura y Ecosistemas Terrestres, así como en la coordinación científica en Servir-Amazonia.
“Creo que el país debe invertir más en ciencia y tecnología. Sería ideal si pudiéramos contar con una Agencia Nacional Espacial, cuyo objetivo sería facilitar observaciones satelitales a las diferentes entidades técnicas gubernamentales como el Ministerio de Agricultura, Ministerio de Ambiente, Insivumeh y Conred”, dice la científica. “Guatemala se encuentra en una zona de alto riesgo a amenazas climáticas, por su ubicación geográfica, y debemos contar con las herramientas y datos necesarios para adaptarnos”, añade.
Roberto Crespo
Estudió Ingeniería Mecánica y Aeroespacial en la Universidad de California en Davis, Estados Unidos.
Trabaja en el Jet Propulsion Laboratory, de la Nasa, en Pasadena, y en la compañía Sierra Lobo, como ingeniero de cableado, en los proyectos Observatorio Orbital Carbón-3 (OCO-3) —que se encarga de buscar rastros de anhídrido carbónico, principal causante del efecto invernadero—, Nisar —satélite diseñado para observar y tomar medidas de ecosistemas y amenazas naturales — y Sentinel-6 —satélite que proporcionará datos sistemáticos terrestres—.
Crespo habla sobre sus comienzos en este campo de la ciencia. “Se presentó la oportunidad de trabajar en la empresa Swales Aerospace, que en el 2007 tenía el contrato de apoyo de ingeniería para el Laboratorio de Propulsión Jet, Desde entonces, mi pasión es la ingeniería de vehículos espaciales”.
“Me gustaría ver que Guatemala logre lanzar satélites para vigilar la naturaleza del país, como el Lago de Atitlán, además de monitorear los volcanes desde el espacio para tener mejor idea de las condiciones”, refiere Crespo.
Kristhell López
Desde pequeña, a López le ha fascinado la Astronomía. A los 25 años, viajó a Europa para estudiar Astronomía y Astrofísica, y a los 27, empezó a trabajar en el Instituto de Investigación Espacial de Países Bajos —Holanda— (SRON, en holandés).
Cursó su licenciatura en Física en la UVG y su maestría en Astrofísica y Astronomía en la Universidad de Innsbruck, Austria. Como investigadora del doctorado en el SRON busca calcular la masa de objetos que acretan —absorben— materia de estrellas que orbitan alrededor de ellos.
“Me encantaría que se fundara el primer departamento de Astronomía en alguna universidad, en donde se desarrollen proyectos de investigación, y se ofrezca la oportunidad de hacer maestrías y doctorados”, indica López. “Creo que debemos recuperar los conocimientos de la astronomía maya. Guatemala tiene una posición geográfica idónea para observatorios astronómicos, por su clima favorable y porque las noches no varían mucho en su duración durante el año”, añade.
Juan Esteban Gramajo
Estudió Ingeniería Aeronáutica en la Universidad Aeroespacial de Samara, en Rusia, y su maestría en Estudios Espaciales, en la Universidad Internacional del Espacio, en Francia.
Actualmente trabaja como ingeniero en Sistemas Satelitales en el desarrollo del satélite SES-17, en la fábrica de Thales, en Cannes, Francia, de la Empresa Operadora de Satélites, radicada en Luxemburgo.
“Desde pequeño mi sueño fue todo lo relacionado con el espacio. Luego, quedé asombrado al ver las fotos captadas por el telescopio espacial Hubble, que me llevó a seguir este camino. Todo comenzó con una beca para estudiar en Rusia”, dice Gramajo.
“Me gustaría que la gente pudiera ser consciente de que el estudio del espacio representa una infinidad de beneficios para todos, y no un derroche de dinero”, expone el investigador. “La investigación en ciencias del cuerpo humano y la vida en condiciones de microgravedad y gravedad reducida son necesarias para nuestra evolución en una especie multiplanetaria”, añade.
José Rodrigo Sacahuí Reyes
Se graduó de la carrera de Física Aplicada, en la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac), y estudió su maestría en Astronomía, y doctorado en Astrofísica en la Universidad Autónoma de México.
Trabaja como profesor e investigador de la Usac. También, se dedica al estudio de astrofísica de altas energías y detecciones que se realizan mediante satélites, en particular, con datos de la misión espacial de la Nasa llamada Fermi, dedicada al estudio de rayos gamma que detecta los blazares —fenómenos más energéticos del Universo—.
Además, labora en la actualidad en la misión espacial de rayos X Mirax, que está en desarrollo en Brasil, cuyo objetivo es llevar al espacio una banda ancha continua de observaciones espectroscópicas en el centro de la galaxia.
“Es importante que Guatemala comience a trabajar en misiones espaciales, tales como Quetzal-1, pues satélites como este conllevan el desarrollo y aprendizaje de tecnología, tanto aeroespacial como de transmisión de datos a Tierra, así como almacenaje de datos”, refiere Sacahuí sobre Quetzal-1.
Flavio Moreno
Al ir avanzando en su carrera académica, Moreno se dio cuenta de que la aeronáutica y el espacio van de la mano, por lo que concluyó su licenciatura y maestría en Ingeniería Aeroespacial en la Universidad de Oklahoma, EE. UU.
Vive actualmente en Guatemala, donde participa como voluntario en el Comité Nacional de la Colegios del Mundo Unido (UWC, en inglés) y en algunos proyectos educativos.
Ha laborado en investigación de la factibilidad del consumo de combustibles renovables como fuentes de energía para la propulsión espacial, así como en proyectos de investigación de sistemas de propulsión y en el laboratorio de túnel de viento, estudiando prototipos aeronáuticos.
“Ser pioneros es siempre lo más difícil. Quetzal-1 es un importante paso hacia el desarrollo científico de Guatemala, especialmente en el campo aeroespacial, debido a que es un precedente”, expone. “A partir de las lecciones aprendidas en esta misión se van a construir las bases para seguir apostando a este tipo de proyectos de investigación. El logro de la UVG va a inspirar a otras instituciones, a futuros estudiantes y a profesionales”, refiere.
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