Hallazgo
En su peregrinaje laboral Méndez estrechó amistad con otros colegas. Uno de ellos le comentó que en una fábrica cercana a San Lucas Sacatepéquez estaban los originales. “Llegué y pregunté por las estructuras. Estaban apiladas en un furgón. Al verlas las reconocí y pregunté si estaban a la venta. Respondieron que sí pero mi presupuesto no me permitía adquirirlas, así que ofrecí un primer pago y negocié el resto. Hice un préstamo para reunir lo demás y, finalmente, las traje a mi casa”, indica. Consiguió llevarlos a su taller a finales de la década de 1990.
Al conocerse su hallazgo, después de dos publicaciones (Pisos y Más Pisos), esta última en mayo, surgió el proyecto en la Municipalidad de Guatemala de dotar a la urbe con una nueva señalización usando los moldes del siglo pasado. Y a esta tarea se ha dedicado el maestro artesano las semanas recientes. Confía que la fase inicial concluirá en los primeros días de julio. “Se van a colocar de la Avenida Elena a la 7ª. avenida, de la 1ª. a 18 calles, después, se trabajará el resto del Centro Histórico”, menciona.
Las losas que se pondrán en las esquinas difieren en tamaño a las originales porque llevan un diseño más, el escudo municipal. Pero la paleta es la misma. Esta, explica Méndez, es solo de cuatro colores y se alternan para las diferentes zonas. La 1, por ejemplo, tiene fondo blanco, y los números y las letras son rojos. Las otras combinaciones son blanco con negro, como se aprecia en la zona 2; y amarillo con verde o amarillo con negro.
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Cemento líquido
La primera de casi una decena de fábricas en las que Moisés Méndez trabajó se llamó San Cristóbal. “Quedaba cerca del antiguo edificio del diario El Gráfico, por la 14 avenida de la zona 1 capitalina, pero cerró hace algunos meses”, recuerda. Tenía 12 cuando comenzó como ayudante. Estuvo un par de años y, al dejar esa manufacturera, se empleó en muchas más dedicadas a la producción artesanal de pisos de cemento líquido hasta que ganó el título de maestro, esto ocurrió en El Águila.
Méndez vivió la época dorada de estas industrias que, como él sopesa “durará a lo sumo 15 o 20 años más, pues todos los maestros ladrilleros ya somos mayores y no hay aprendices interesados en conocer el proceso”. Estima que quedan 12 o a lo sumo 15 industrias de este tipo.
Con 71 años, Méndez continúa laborando, ahora solo por encargo, en un taller básico que logró acomodar en su hogar. Durante su juventud reprodujo muchos diseños del piso conocido como estilo alfombra. Domina la técnica para mezclar los materiales y crear los coloridos estilos geométricos o florales que lucen muchos inmuebles construidos en el siglo XX.
La labor que hizo, así como la de muchos más que dedicaron su vida a la industria del suelo de cemento líquido, quedó registrada en uno de los capítulos de Más pisos, el quinto libro de la serie Cromos, publicado por el Centro Histórico, y que versa en la riqueza histórica y artística de los detalles arquitectónicos del casco antiguo de la capital.
La trayectoria de más de medio siglo en su campo no es lo único admirable en Méndez. Otra razón que se le reconoce es haber rescatado los moldes que sirvieron para colocar, desde finales de la década de 1950, la primera señalización de la actual nomenclatura en las esquinas de las calles y avenidas del Centro. Esas estructuras de metal fueron hechas en la San Cristóbal.
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