Chimaltenango

Sin presencia del Gobierno, inhuman a 172 víctimas del conflicto armado en San Juan Comalapa

Centenares de acompañantes indígenas y miembros de la Coordinadora Nacional de Víctimas de Guatemala atestiguaron este juves la histórica inhumación de 172 osamentas y dos cofres con restos de personas no asociadas a un cuerpo, dentro del antiguo destacamento militar de San Juan Comalapa.

Fundación de antropología forense, en un camión llevan 172 osamentas del conflicto armado, antes de ser llevados a San Juan Comalapa, Chimaltenango. (Foto Prensa Libre: Érick Ávila)

Fundación de antropología forense, en un camión llevan 172 osamentas del conflicto armado, antes de ser llevados a San Juan Comalapa, Chimaltenango. (Foto Prensa Libre: Érick Ávila)

En los actos de velación e inhumación fue evidente la ausencia del Programa Nacional de Resarcimiento, el brazo de la Secretaría de la Paz de la Presidencia de Guatemala.


“Es una constante en toda la historia de búsqueda de los desaparecidos, de las exhumaciones e inhumaciones y en lugar de estar encabezando este proceso, de estar financiándolo, solo está presente su ausencia”, manifestó el dirigente Juan Pérez Cedillo, quien también apoyo en los trabajos dentro del destacamento de Comalapa. 

Con las notas de la chirimía y la cadencia de la marimba, los ataúdes de los cientos de víctimas de la guerra regresaron al destacamento de donde fueron exhumadas 15 años atrás por el trabajo perseverante de las viudas y de la ciencia aplicada por la Fundación de Antropología Forense de Guatemala.

“Todo el pueblo de Comalapa siempre supimos que tenían a nuestros familiares aquí”, aseguró la líder de la Coordinadora de Viudas, exdiputada y activista Rosalina Tuyuc, quien impulsó e inspiró a miles de mujeres para buscar a sus desaparecidos en el destacamento.

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En 2001, cinco años después de concluida la guerra, Tuyuc logró la autorización del Ministerio Público para ingresar al destacamento a efectuar exhumaciones de las que, gracias al trabajo de la Fundación de Antropología, logró extraer 220 osamentas, de las cuales 48 ya fueron identificadas y entregadas a sus familiares, con lo que la inhumación de este jueves completa el círculo pendiente.

La coordinadora de Viudas consiguió comprar, con apoyo de la cooperación internacional, una parte del destacamento militar, en el que este jueves, en el Día Nacional de la Desaparición Forzosa, fueron inaugurados los 172 nichos y el muro de seis mil 41 nombres de víctimas del conflicto armado que configuran un memorial “de alcance nacional”.

Presuntamente ultimadas por el Ejército, las víctimas son en su mayoría hombres de toda la región del departamento de Chimaltenango, lo que ha ocasionado la investigación en curso de la Fiscalía de Derechos Humanos conocida como “violaciones a derechos humanos en la región central”, mencionó el fiscal director de la Unidad de casos especiales del conflicto armado, Érick de León.

A los sonidos del aire rozando con las hojas de los árboles y la marimba del grupo de música y danza maya kaqchikel Sotz'il, se le sumaron los acordes de la cantante de Comalapa Sara Curruchich y el músico Fernando López.

La inhumación también contó con las palabras de Rosalina Tuyuc, el sacerdote jesuita Ricardo Falla, el activista Aquiles Linares (hermano del desaparecido Saúl Linares) y de Jerry Snow, la esposa del “padre de la antropología forense”, Clyde Snow.

Previo a comenzar el acto de inhumación, las viudas y los familiares y sobrevivientes del conflicto armado velaron la noche del miércoles y madrugada de jueves las 172 osamentas en la antigua despensa familiar de Comalapa, apenas a unos metros de distancia del cementerio municipal.

Su fachada está coloreada con un legendario mural que cuenta la historia del pueblo, el cruento conflicto y las tradiciones y aspiraciones de sus habitantes.

En la puerta de entrada de la despensa, una mujer vestida con el uniforme de la Policía Nacional Civil sostenía un ramo de flores blancas que llevaba para despedir las osamentas y manifestar que no descansará en la búsqueda de su tío, desaparecido por las fuerzas armadas en 1983.

Hijo adoptivo de Comalapa 

El llamado “padre de la antropología forense”, el estadounidense Clyde Snow, descansa a partir de este jueves en el antiguo destacamento  junto a cientos de osamentas rescatadas de fosas clandestinas halladas en el mismo lugar.

Snow, quien dejó un legado al haber fundado los equipos antropológicos forenses de Argentina (1984), Perú (1986), Chile (1989) y de Guatemala (1991), solicitó ser enterrado junto a las víctimas del conflicto armado guatemalteco, previo a su muerte en 2014 a causa de un cáncer.

“Él amaba a la gente de este país y de Comalapa, este lugar donde dejó tantas horas y esfuerzo en su valioso trabajo”, recordó este jueves su esposa, Jerry Snow, quien vino para dejar sus restos en el Memorial Paisajes de la Memoria.

El trabajo de Snow y de la Coordinadora Nacional de Víctimas de Guatemala fue clave en la labor antropológica forense y en los esfuerzos de identificación genética de los restos óseos de las víctimas, que fueron ultimadas por las fuerzas armadas entre 1980 y 1986 y exhumadas entre 2003 y 2005.

Clyde Snow “no sabía que el Memorial sería edificado en el destacamento, pero definitivamente quería permanecer por la eternidad aquí en Comalapa, junto a las víctimas”, mencionó su esposa.

Snow se interesó en Guatemala y en las graves violaciones de derechos humanos que ocurrían en el país centroamericano al conocer a uno de sus estudiantes en Atlanta, Giorgia, el director ejecutivo de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala, Fredy Peccerelly.

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Jerry Snow recordó que Clyde pensaba en Peccerelly “como su hijo” y el vínculo entre ellos se fortaleció durante su estancia en Guatemala.

“Me siento muy triste, pero muy agradecida por poder estar aquí y cumplir el sueño de Clyde. Esto -el evento de inhumación de las víctimas y revelación del Memorial- es absolutamente maravilloso”, sostuvo.

Por su parte, la premio Nobel de la Paz en 1992, Rigoberta Menchú Tum, dijo en una carta difundida por su fundación que le emocionaba “profundamente” que “el padre de la Antropología Forense y gran abuelo de las familias de las víctimas de delitos de lesa humanidad, yazcan juntos”.

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