“Los vecinos de Los Lotes me dijeron que era una shute y mentirosa, que ya iba a pasar, que ellos se iban a encerrar e iba a pasar”, comenta.
Según su relato, algunos se quedaron grabando la nube de gases y la ceniza que se levantó porque era un fenómeno muy anormal.
A eso de las 15 horas, Melgar desistió de convencer a los vecinos de evacuar y emprendió con su familia la evacuación. “Le facilitamos mascarillas a todos lo que sí iban a salir y bajamos con un carro de los cuerpos de rescate que llegó al lugar”, recuerda.
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Según cuenta, cada uno de sus vecinos emprendió la evacuación por cuenta propia y se dispersaron rápidamente cuando empezaron a comentar que los flujos piroclásticos habían devastado San Miguel Los Lotes.
Melgar, sus padres, tíos y primos lograron escapar con vida, no obstante, perdieron su hogar y medios de sustento por la tragedia.
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“¿Cómo lo vamos a dejar abuelito?”
Cada persona guarda una historia y un recuerdo diferente sobre el día de la tragedia. Para Jorge Melgar Rodríguez, 77, aquella era una tranquila tarde de domingo en la Aldea El Rodeo.
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Melgar Rodríguez estaba solo en su casa y miraba la televisión. Sintonizó un noticiero que pasaba una nota sobre el descenso de los materiales piroclásticos del Volcán de Fuego. “Qué estará pasando aquí”, se preguntó.
Don Jorge recuerda que, apoyado en sus muletas, salió a la calle y vio a sus nietos correr en dirección hacia él. “Ellos me contaron que teníamos que evacuar porque ahí venía la lava y estaba quemando a la gente”, rememora.
El hombre empezó a caminar con dificultad pues usa una prótesis en la pierna derecha. En ese momento, un vehículo de los cuerpos de socorro llegó para apoyar en las labores de evacuación.
Empezaron a subir a los niños y a los vecinos al picop. “Un joven muy amable de unos 25 años venía manejando y le dije: `si yo ya no quepo, no tenga pena, déjeme´; y el joven me dijo `¿como lo vamos a dejar abuelito?´”, cuenta.
El rescatista abrió la puerta y le ayudó al anciano a subir a la cabina.
Albergados
Tanto Jessica como don Jorge cohabitan en un albergue particular en la cabecera de Escuintla.
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