“El estudio pone de relieve la importancia de una evaluación sencilla para detectar la presencia y la intensidad del dolor o la picazón como una herramienta de fácil implementación para los clínicos en la evaluación de lesiones sospechosas en la piel”, concluye el estudio, según el sitio abc.es
El doctor Yosipovitch, director del Centro Itch de Temple, señala que los hallazgos son importantes porque el cáncer de piel es el más común en Estados Unidos, con más de 3.5 millones de cánceres de piel no melanoma diagnosticados en dos millones de personas anualmente en el país.
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“Los pacientes a veces tienen múltiples lesiones que son de aspecto sospechoso y los que tienen comezón o dolor deben despertar grandes preocupaciones sobre la posibilidad de que se trate de cánceres de piel no melanoma“, alerta Yosipovitch.
En el estudio participaron 268 pacientes que tenían 339 lesiones de cáncer de piel confirmadas por laboratorio en el Wake Forest Baptist Medical Center entre julio de 2010 y marzo de 2011. Tras someterse a una biopsia de piel, se pidió a los pacientes que completaran una escala numérica de clasificación para cuantificar la intensidad de la comezón y el dolor asociado con la lesión de la piel.
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La escala, denominada escala analógica visual o VAS, va de cero (sin sensación) a 10 (la sensación más intensa imaginable). Cuando los investigadores compararon las respuestas de los pacientes con los resultados de la biopsia, encontraron que la prevalencia de prurito era mayor en el carcinoma de células escamosas (46.6 por ciento), seguido por el carcinoma de células basales (31.9 por ciento) y el melanoma (14.8 por ciento).
Por su parte, la prevalencia de dolor es mayor en el carcinoma de células escamosas (42,5 por ciento), el carcinoma de células basales (19.9 por ciento) y el melanoma (3.7 por ciento). El dolor y el picor a menudo van de la mano: el 45.6 por ciento de las lesiones asociadas a picor también provocaba dolor y el 60 por ciento de las lesiones dolorosas generaba además picazón.
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Las lesiones más dolorosas tienden a ser las de mayor profundidad, a excepción de las lesiones de melanoma, que no se correlacionan con el dolor. El dolor y el picor también se vincularon con lesiones que eran más grandes en diámetro y los cánceres ulcerados (úlceras o heridas abiertas) tienden a estar asociados con dolor pero no con picazón.
El dolor o picor tenían más probabilidades de estar presentes cuando el análisis de laboratorio de la muestra de la lesión de la piel sugiere un grado marcado o moderado de inflamación en comparación con la inflamación leve o sin ella. Yosipovitch espera que estos hallazgos sugieran a los dermatólogos la incorporación del uso de una escala de clasificación del dolor y la picazón en la evaluación de pacientes con lesiones sospechosas en la piel.