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Además, el informe señala que hallazgos arqueológicos sensibles están quedando al descubierto del hielo protector y podría perderse parte del patrimonio cultural de la región.
Entre los rasgos característicos de la tundra montañosa en la estepa del norte de Mongolia se encuentran los campos de hielo, llamados “Munkh mus” por los lugareños, que no se derriten ni siquiera en verano
Alrededor de 30 familias de la etnia dukha aún viven en la zona. Durante los meses de verano se trasladan a las pistas de hielo para que los renos puedan disfrutar de zonas más frías. El hielo protege a los animales y a sus pastores de los molestos insectos y proporciona agua potable.
Investigadores dirigidos por William Taylor del Instituto Max Planck de Historia Humana de Jena y la Universidad de Colorado (Boulder, Estados Unidos) viajaron por la región en 2017 y 2018. Exploraron el valle de Mengebulag en los montes Sayanes a pie y a caballo.
Los científicos entrevistaron a ocho familias de pastores de renos para conocer mejor el estado de las pistas de hielo y su importancia para los pastores. También buscaron en varias superficies de hielo actuales y anteriores restos arqueológicos.
Según las historias de las familias dukha, algunas de las superficies de hielo han desaparecido completamente en pleno verano desde 2016. Ninguno de los encuestados podía recordar haber experimentado algo así antes, informan los investigadores.
El calentamiento climático en Mongolia es más rápido que en otras partes, con temperaturas medias de verano 1,5 grados más altas que en el siglo XX.
Los dukha están en la primera línea de los afectados por el cambio climático, señala Taylor. “No han contribuido en nada al problema al que nos enfrentamos en todo el mundo y, sin embargo, son los primeros en pagar el precio”, remarca.
En las superficies donde se ha derretido la capa de hielo, los investigadores recuperaron fragmentos de madera de mediados del siglo pasado. Probablemente se trata de aparejos de pesca y palos especiales que se introducen en el suelo para guiar el curso de la caza de renos salvajes.
Los científicos advierten que estos hallazgos se conservan bien mientras estén recubiertos por el hielo, pero tras el deshielo podrían sufrir una rápida descomposición.
“La arqueología no es renovable”, dice la investigadora Julia Clark. “Una vez que el hielo se haya derretido y los artefactos se hayan ido, no los recuperaremos”, lamenta.
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