PLUMA INVITADA
La crisis del aprendizaje requiere un nuevo enfoque
Para la mayoría de los niños, cumplir 10 años es un momento emocionante. A esa edad están aprendiendo más y ampliando sus horizontes. Sin embargo, más de la mitad de los niños de 10 años en los países de ingreso bajo y mediano no pueden leer y comprender un relato simple. Atravesamos una crisis mundial del aprendizaje que coarta las oportunidades y aspiraciones de cientos de millones de niños. Eso es inaceptable.
' Más de la mitad de los niños en Latinoamérica no pueden leer o comprender un relato simple a los 10 años.
David Malpass
En octubre publicamos datos para ayudar a alcanzar una nueva meta educativa: reducir la tasa mundial de pobreza del aprendizaje al menos a la mitad para 2030. Aprender a leer es una habilidad esencial. Erradicar la pobreza de aprendizaje —definida como el porcentaje de niños que no pueden leer y entender un relato simple a los 10 años— es urgente. Es clave para ayudar a los niños a desarrollar su potencial.
Los avances en la reducción de la pobreza de aprendizaje se han estancado. A nivel mundial, entre 2000 y 2017 solo se ha registrado un 10% de mejora en los resultados del aprendizaje de los niños en la primaria. Si este ritmo continúa, un 43% de los niños de 10 años no podrá leer en 2030. La pobreza de aprendizaje es una crisis mundial, y América Latina no es una excepción. Más de la mitad de los niños en la región no pueden leer o comprender un relato simple a los 10 años. La buena noticia es que los que cumplirán 10 años en 2030 nacerán el próximo año. Si trabajamos con urgencia, existe una oportunidad de revertir esta tendencia.
La meta que hemos establecido es ambiciosa pero alcanzable. Será necesario casi triplicar el ritmo de progreso en todo el mundo, lo cual se puede hacer si cada país iguala el desempeño de los países que más han mejorado entre 2000 y 2015.
Los desafíos variarán entre los países y las regiones. En algunos, el acceso a la escuela continúa siendo un problema: 258 millones de jóvenes no asistían a la escuela en 2018 en todo el mundo. En otros países los niños van a la escuela, pero no aprenden. Al establecer una meta global, el Banco Mundial (BM) puede trabajar con los países para definir sus propias metas de aprendizaje. Reducir la pobreza de aprendizaje a la mitad para 2030 es solo una aspiración intermedia. Nuestro objetivo es colaborar para llevar ese número a cero.
Siendo la principal fuente de financiamiento para el sector educativo en los países de ingreso bajo y mediano, el BM trabajará con los países para promover la lectura en las escuelas primarias. Se apoyarán políticas para proporcionar orientación y capacitación a los docentes, garantizar acceso a más y mejores textos y enseñar a los niños en el idioma que utilizan en casa.
El BM está colaborando también para fortalecer los sistemas educativos, de modo que las mejoras en alfabetismo puedan sostenerse y ampliarse. Esto significa asegurarse de que los niños van a la escuela preparados y motivados; los docentes son eficaces y valorados y tienen acceso a la tecnología; las aulas están bien equipadas; las escuelas son seguras e inclusivas, y los sistemas educativos están bien administrados.
Un programa de mediciones e investigación acompaña estos esfuerzos e incluye la medición de los resultados del aprendizaje y sus causas, así como innovaciones y el uso inteligente de nuevas tecnologías para desarrollar habilidades.
La crisis del aprendizaje no solo desperdicia el potencial de los niños, daña a economías enteras. Tendrá impactos negativos en las fuerzas laborales y la competitividad en el futuro, tal como lo muestra el Índice de Capital Humano: en el mundo, se espera que la productividad de un niño promedio que nace hoy alcance al 56% de lo que pudiera haber sido si los países invirtiesen lo suficiente en salud y educación.
Eliminar la pobreza de aprendizaje debe ser una prioridad, al igual que poner fin a la pobreza extrema y el hambre. No será fácil, pero no podemos retroceder. Es nuestro deber con los niños establecer metas ambiciosas, de manera que ellos también puedan hacerlo.
*David Malpass es presidente del Grupo Banco Mundial