Desde aquel entonces, sin embargo, las cosas cambiaron mucho para un Brasil que tocó fondo y volvió a revivir. Y tanto es así que, casi cuatro años después de aquella debacle, la “canarinha” volverá a enfrentar a la selección germana este martes en Berlín, y, considerando su actualidad, no sorprendería que le pueda ganar.
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Tite fue el gran artífice de la “revolución”. Después de que la selección quedara eliminada en primera ronda de la Copa América Centenario, en junio de 2016, Dunga fue despedido del banquillo de la selección y entonces el ex técnico de Corinthians asumió un equipo desesperanzado y sin rumbo. Ni el más optimista hubiese esperado cambios tan rápidos y profundos.
Pero el técnico modificó todo, y empezó por el arco. Alisson, que estaba siendo probado por Dunga, se convirtió en el titular indiscutido bajo los tres palos. Y encima, apareció luego Ederson, titular en el Manchester City, que le agregó una opción de calidad a la portería brasileña.
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La posibiidad de contar con dos arqueros de primer nivel representa un cambio muy importante respecto al equipo brasileño de 2014. El portero elegido por Scolari, y presente en el fatídico 7-1 en el Mineirao, era Júlio César, que en ese momento tenía 34 años y jubaba en el Toronto FC, de Canadá.
La defensa de Brasil hoy también se percibe como un bloque sólido y con pocas fisuras. Marcelo y Dani Alves por las bandas, y Marquinhos y Miranda en la zaga otorgan al entrenador la tranquilidad de contar con protección en su arco y proyección en el rival. Y encima, en el medio, Casemiro aporta en el despliegue y la recuperación.
Thiago Silva, considerado irreemplazable en 2014 y quien no pudo jugar ante Alemania, es suplente en el equipo de Tite. Y David Luiz, el otro central de aquel equipo, no está entre los preferidos del entrenador y es muy probable que se pierda el Mundial.
El día del 7-1, la defensa brasileña formó con Maicon, Dante, David Luiz y Marcelo. El lateral del Real Madrid es el único que “sobrevivió” entre los titulares en el equipo de Tite.
Pero más significativo aún, para comprender cómo la “canarinha” se reinventó desde aquel día hasta hoy, es comparar el mediocampo que jugó contra Alemania hace cuatro años y el que luego se consolidó en la idea del entrenador.
Luiz Gustavo, Óscar, Bernard y Fernandinho formaron en 2014 la línea de volantes. Hoy, este último, titular en el Manchester City, es suplente en el equipo de Tite, mientras que los otros tres desaparecieron de las convocatorias. Óscar, considerado como una de los grandes nombres del fútbol hace cuatro años, juega en China, y Bernard, la promesa emergente, lo hace en Ucrania.
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Casemiro, Renato Augusto, Paulinho y Coutinho constituyen hoy la base del mediocampo “verde-amarelo”: una mezcla justa de equilibrio defensivo, cubriendo la espalda a los laterales, y llegada al arco rival. Willian, cada vez más protagonista, espera en el banco. Ramires, suplente en el equipo de Scolari, no es tenido en cuenta por Tite.
Junto a Marcelo, el único nombre que desde 2014 hasta hoy se mantuvo es, por supuesto, el de Neymar. El astro del PSG no pudo estar en el 7-1, y tampoco podrá jugar el martes, ya que se está recuperando de una fractura en su pie. Sin embargo, su presencia es clave y, en un equipo lleno de estrellas, el continúa siendo quien más brilla.
Entre 2014 y 2016, de todas formas, Neymar no encontró una buena compañía. En el Mundial, ni Hulk ni Fred consiguieron estar al nivel que la cita requería. Luego, pasaron por la delantera brasileña Ricardo Oliveira, Lucas Lima, Gabriel, Douglas Costa y Firmino, aunque ninguno pudo consolidarse como titular.
Tite, entonces, probó a Gabriel Jesus, un joven de 19 años que se destacaba en Palmeiras. El delantero no volvió a salir del equipo: Neymar, él y Coutinho forman hoy uno de los ataques más peligrosos del planeta. Y con ellos tres, Brasil puede soñar en grande en el Mundial.
Cuando Tite tomó el comando, la “canarinha” ni siquiera estaba clasificándose para la cita en Rusia. Pero entonces, el equipo encadenó nueve triunfos seguidos (26 goles a favor y dos en contra) y terminó “paseando” en las eliminatorias, consiguiendo su clasificación varios meses antes del final de la competencia.
El video del 7-1, tan actual todavía en 2016, hoy quedó viejo. Todo cambió en Brasil. Después de dos años de crecimiento sostenido, el equipo de Tite se reencontrará con su verdugo y, aunque nadie piensa al partido como una revancha, será una buena oportunidad para mostrarle al mundo que la “resurrección” continúa y que el sueño del hexacampeonato volvió a esperanzar al país.
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