Los votantes comenzaron a llegar lentamente, sin grandes aglomeraciones en la mayoría de los centros de votación, en una fresca mañana en Costa Rica.
Encuestas de opinión muestran niveles de indefinición nunca antes vistos en la recta final de una elección en Costa Rica, en la que el candidato con más apoyo no pasa del 17% de intenciones de voto, mientras que más del doble de ese número se declara indeciso.
Una encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) divulgada el 31 de enero señaló que 36.5% de los electores no saben por cuál de los 13 candidatos votar, más del doble del 17% de apoyo para el líder de la consulta, Fabricio Alvarado, un diputado y predicador evangélico de 43 años postulado a la presidencia por el partido Restauración Nacional.
Le siguen el exdiputado y abogado Antonio Álvarez, de 59 años, del tradicional Partido Liberación Nacional (PLN) con 12.4% y el exministro y periodista Carlos Alvarado (38), del gobernante Partido Acción Ciudadana (PAC) con 10.6%.
Si ninguno alcanza al menos 40% de los votos, habrá una segunda ronda electoral el 1 de abril.
Costa Rica también votará este domingo por los 57 diputados de la Asamblea Legislativa.
Casi 32 mil costarricenses están inscritos para votar en 52 consulados en el exterior.
Fabricio Alvarado se disparó en las encuestas después de aparecer con 3% en diciembre por su postura contraria al matrimonio homosexual, tras una opinión emitida el 9 de enero por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) a favor de ese tipo de uniones.
Religión, corrupción y crimen
Según el CIEP, la opinión de la corte “provocó un shock religioso en el país, lo cual repercutió en la intención de voto del electorado costarricense”.
El politólogo Felipe Alpízar, director del CIEP, explicó a la AFP que el apoyo al diputado evangélico se explica por la tendencia conservadora de la sociedad costarricense, que en proporción de dos a uno se posiciona contra temas como el matrimonio homosexual, el uso recreativo de la marihuana y el estado laico.
Antes de la opinión de la CorteIDH, la elección estuvo dominada por el rechazo a la corrupción, provocado por un escándalo con la importación de cemento chino, que reveló una red de tráfico de influencias que alcanzó a los tres poderes del estado.
También la inseguridad motivó la intención de voto de los costarricenses ante un drástico aumento en el número de homicidios, que en 2017 alcanzó 12.1 por cada cien mil habitantes, el más alto en la historia del país.
Con esos temas en la agenda, el abogado penalista Juan Diego Castro, del minúsculo Partido Integración Nacional, se perfiló hasta diciembre como el favorito de los electores, pero su discurso de mano dura se agotó en la recta final de la contienda.
Para el analista político independiente Jorge Vega, la indecisión del electorado costarricense puede ser señal de madurez de los votantes.
Destacó que la elección ha sido sumamente volátil, con votantes que en un momento apoyan a un candidato y después se inclinan por otro, por lo cual es imposible predecir cómo votarán este domingo los costarricenses.