CON NOMBRE PROPIO

Sin oposición hay desastres

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Es fácil achacar todos los males solo a quienes han gobernado, esa es la actitud más simple y fácil. No debemos caer en el error de ser tan ingenuos. Si el gobierno del Partido Patriota hizo lo que hizo, hay grandes responsables que vemos solo de reojo; el primero es de la oposición democrática representada en el Congreso y en las corporaciones municipales. Si bien lo que ha salido de Manuel Baldizón dibuja que la “gran oposición” era teatro, el sistema político queda en evidencia y quizás otros diputados pudieron haber hecho mucho más ante el robo descomunal. Por otra parte, la autonomía municipal existe con el objeto de garantizar eficiencia en los servicios públicos locales, pero también para ser contrapeso político. Los alcaldes tienen muchísima responsabilidad ante el descalabro del PP y vemos que, de nuevo, en la elección de la Anam el fin de semana, no son más que comparsas del poder central y cometen el mismo error.

Mientras el poder local funcione así, vislumbrar un horizonte con más posibilidades dentro del juego democrático electoral actual será imposible. Quetzaltenango y Antigua Guatemala, por omisión, así como Mixco y Villa Nueva, por acción, llevan “a tuto” mucho del desastre actual.

Los segundos grandes responsables (institucionales) de que el Partido Patriota haya hecho lo que hizo fueron quienes debían controlar a poder. Sería ilustrativo que pudiéramos evaluar la dinámica de los principales medios de control del poder, entre los que sobresalen el Tribunal de lo Contencioso Administrativo, la Procuraduría General de la Nación, la Contraloría General de Cuentas y la Corte de Constitucionalidad, y, ojo, menciono algunos, pero sería sano evaluar a todos ahora que la “emotividad” de la coyuntura pasó. Todo el sistema preventivo fracasó y por eso los casos penales abundan y seguirán en aumento.

En este contexto es sano voltear a ver a la Ciudad de Guatemala y su alcalde, quien está metido en una seria imputación penal. El partido Creo nació de la candidatura de Roberto González Díaz-Durán —Canela—, y así empezó, desde el mismo espectro ideológico de Álvaro Arzú a proponerse un relevo en el Palacio de la Loba. Las veces que participó Canela para alcalde perdió ante la megamaquinaria oficial, pero con muchos menos recursos pudo arrebatarle el segundo puesto a Alejandro Sinibaldi, cuando este tapizó la capital. Era evidente que sí tenía un alto grado de aceptación y así logró buen número de concejales.

Creo se convirtió en partido, a Canela le dio presidentitis y se alió con el Partido Unionista, en clara traición a su electorado, que lo había ubicado como opositor al eterno alcalde. Quedó casi en último lugar en la carrera presidencial, salió del espectro de la opinión pública, le regaló una curul al hijo de su antiguo rival, que sin él quién sabe si hubiera ganado la elección, y cuando por fin pudo Óscar Chinchilla, uno de sus diputados, ser electo presidente del Congreso, el propio Arzú le juega la vuelta, lo traiciona y monta a junior en la silla.

Si la acusación penal que apunta a Alvaro Arzú es procedente o no, lo dirán los tribunales, pero si Arzú tuviera oposición en el Concejo, manejar la Municipalidad como su feudo sería imposible, e incluso habría salido beneficiado porque hoy la percepción no le ayuda. Ahora el Concejo Municipal piensa, se defiende y reacciona igual. Así se burla el esquema constitucional que estableció a ese órgano como la mayor autoridad municipal y, de plano, ante la crisis política, los grandes problemas de transporte, basura y agua se van para otro lado.

@Alex_balsells

ESCRITO POR:

Alejandro Balsells Conde

Abogado y notario, egresado de la Universidad Rafael Landívar y catedrático de Derecho Constitucional en dicha casa de estudios. Ha sido consultor de entidades nacionales e internacionales, y ejerce el derecho.