Aunque su clausura había sido anunciada en diciembre del año anterior, a final del año terminó de liquidar todas sus existencias y cerró oficialmente sus puertas.
Creado inicialmente para uso estricto de los oficiales del Ejército de Guatemala, quienes en principio aportaron una cuota para lograr su apertura, esa tienda de ventas se convirtió en polémica al extenderse a familiares y amigos cercanos a la oficialidad, lo que causó críticas de diversos sectores al considerarlo un privilegio.
Con el pasar del tiempo, el ingreso al comisariato fue ampliándose, algunas veces sin respetar las reglas establecidas, ya que por medio de algunos oficiales, personas particulares también lograron tener acceso a los productos, en su mayoría ofertados.
Sin embargo, tanto personas particulares como algunos oficiales del Ejército, señalaron en varias ocasiones que dicho comisariato fue centro de diversas manifestaciones de corrupción.
Durante años, no había lugar en Guatemala con mayor surtido y mejores precios en licores, enlatados, y objetos de lujo que el Comisariato Militar. Quien tenía un carné de ingreso tenía garantizado un “pasaporte al paraíso” del consumo de mercadería importada, que entonces era muy raro ver en los anaqueles del comercio local.
Foco de corrupción
La historia del Comisariato está llena de denuncias sobre actos de corrupción desde el día de su creación. El caso más sonado fue el desfalco por Q4.3 millones que se cometió durante el periodo 1994-95 bajo la dirección del coronel Isauro Oliva Vásquez.
En este caso estaban involucradas dos empresas de transporte, Emaús y Gálatas, las cuales obtuvieron jugosas ganancias por transporte de mercadería que nunca ingresó a las bodegas principales del Comisariato.
Según los expertos en importaciones, en esa época, ni los grandes comercios privados pagaron en esos años los millones de quetzales para transporte de mercadería, como lo hizo el desaparecido Comisariato. Nunca se procesó a los responsables del desfalco.