La investigación —iniciada en el 2009, por parte del Instituto de Recursos Energéticos de la Universidad Galileo—, abarcó la evaluación del porcentaje de aceite y el perfil de ácidos grasos de microalgas, que proliferan a causa del incremento de sustancias nutritivas en las aguas del Lago de Amatitlán, y de cepas aisladas, mediante cultivos puros para la producción de biomasa.
Según Judith María Díaz, directora del instituto e investigadora principal del proyecto, se identificaron 52 especies —de los grupos de las clorofíceas, diatomeas y cianobacterias—, y se aislaron 20 cepas mediante micromanipulación, de las cuales se han evaluado más de cinco —entre estas, las algas verdes Scenedesmus acutus y Chlorella vulgaris—.
“Dos especies mostraron un aceite de calidad apropiado para su utilización en la producción de biodiésel, por lo que es posible extraer aceites transformables a biodiésel de la biomasa de las microalgas del referido lago”, señaló Díaz.
Rodrigo Blanco, biólogo e investigador jefe del laboratorio de esa casa de estudios, señala que desde un 40 por ciento de aceite en términos de peso seco de biomasa de las microalgas es apto para su uso en la producción de biodiésel.
De acuerdo con Blanco, mientras que una hectárea de palma africana —el cultivo agrícola de mayor productividad de aceite— genera cinco mil 950 litros de aceite por año, la misma extensión de cultivo de microalgas —con 70 por ciento de aceite— puede producir hasta 136 mil 900 litros por año.
“Esto se traduce en una eficiencia mayor de veinte veces. Además, para su cultivo se pueden aprovechar climas áridos y terrenos no aptos para la agricultura, sin competir con la producción de alimento y reduciendo el impacto sobre los ecosistemas naturales”, resaltó.