SI ME PERMITE
El mejor regalo para Navidad
Es muy interesante que hay quienes tienen bien claro qué regalar y cómo pasarla en los días de Navidad, mientras que otros tienen dificultad para escoger regalos y planificar para poder celebrar en familia durante las fiestas de fin de año.
Si reflexionamos la razón de ser de la celebración y lo que significan realmente las fiestas, entonces el saber qué regalar no debería ser un problema: lo esencial de la celebración es en el terreno eminentemente personal. Solamente cuando esto está claro se empieza a formar un medio social en el que convivimos y reflejamos la paz individual que la Navidad ha venido a traernos en la realidad del nacimiento de Jesús, hace ya más de dos mil años.
No podemos ignorar que la celebración ha sido sustituida por prácticas que no tienen que ver con la fecha, sino con el interés y gusto de los individuos. Por ejemplo, qué se ha de comer no es algo propio de la fecha, sabiendo que todos los días comemos. Lo importante es con quiénes nos reunimos a la hora de la comida y qué queremos hacer y compartir con ellos. Agregado a esto, el problema de la bebida ha llegado a ser un ingrediente que para muchos es incompatible con la fecha.
Se debe evaluar la razón por la cual lo que hacemos es cuestión de carácter y también una sana vida que se refleja en la transparencia del modo de convivir. Claro está que si queremos reunirnos con los nuestros para comer, no hace falta ninguna razón más que el simple interés de hacerlo. Además, qué comemos y cuánto comemos no es cuestión de fechas, sino de disciplina individual para hacer lo que habremos de hacer. La pregunta es: ¿Por qué asociamos estas prácticas con la festividad? Cuando estamos con la gente que apreciamos, poco importa lo que se comió y lo que se bebió, sino el tiempo agradable que compartimos.
Este es un buen momento para evaluar nuestras prácticas, costumbres y modo de hacer las cosas, para saber si el próximo año repetiremos la rutina del 2017 o si habremos de hacer cambios radicales para mejorar. Porque si el ser humano cada año repite sus errores, es de cuestionar si es sano su comportamiento.
Imagine qué dirían los míos si cada año hiciera lo mismo y luego me sintiera molesto y frustrado, pero mis acciones nunca cambian. Debería ser lo contrario, claro que me puedo equivocar, o hacer algo que no ha sido lo más adecuado, pero esto, al no repetirse, fue toda una enseñanza para hacer lo mejor y no lo mismo que hecho en el pasado.
Resulta aún más frustrante cuando los que nos rodean nos animan a hacer algo porque les gusta a ellos, mientras nosotros en realidad nos sentimos mal por hacerlo. La gente a veces dice cosas como: “él es bueno para ello, dejemos que lo haga”, o también cuando expresan: “ella es buenísima para cocinar y lo hace bien”, mientras quizás esta persona se siente esclavizada y no sabe cómo hacer para salir de ese ritmo de vida.
Que nuestro mejor regalo de esta Navidad sea el estímulo a los nuestros, para mejorar y cambiar ofreciendo nuestro apoyo y no empujándolos a ser siempre los mismos. Muchos de nosotros hubiéramos cambiado si hubiéramos tenido el mínimo apoyo de los nuestros, con el elemento gratificante que el cambio trae.
Seamos elementos para que nuestro prójimo mejore aun cuando nosotros tengamos que sacrificar nuestros gustos. Únicamente se entiende que los niños busquen pasarla bien, pero cuando hemos madurado sin duda sobrepasamos ese modo de pensar.
samuel.berberian@gmail.com