REGISTRO AKÁSICO
Una nueva gavilla ha asaltado al gobierno
Jamás se podrá aceptar que exista un programa, un acuerdo de Estado o plan de gobierno único. Cuando ha ocurrido, se encuentra una negativa de las libertades políticas. Cualquiera que observe esas asambleas donde el resultado es unánime en cuestiones complejas, sabe que los individuos concentrados son marionetas de un poder mayor. Los comicios donde se acude a votar por un partido único o candidato esconden un trabajo de represión y encuadramiento anterior. Tales hechos no revelan ningún encomio, sino la abyección de las virtudes cívicas.
Durante el siglo pasado, los regímenes de partido único justificaron el dominio de la vida ciudadana aduciendo la necesaria defensa frente a la agresión empecinada, incapaz de abandonar la violencia. El final de la URSS fue un epílogo, donde se otorgó la razón a quienes se manifestaban a favor de la libre discusión de los asuntos públicos. Aunque el costo fue alto, pues se abandonaron las garantías sociales gozadas por la población de manera general.
La otra coartada se ofreció por los totalitarios fascistas. Reprimían a los opositores por su inferioridad mental, racial y emocional. Argumentaban que se defendían de la decadencia, de la degeneración inducida por razas inferiores, religiones de la sumisión e ideas de los débiles. El estruendoso final en la última guerra mundial, cargado con un costo de millones de vidas, sirvió durante mucho tiempo a la humanidad para huir de esas ideas extremistas.
Vale recordar esos eventos porque el país no puede sustraerse a esa conclusión. La insistencia en cultivar a la democracia implica participar de la vida en el nivel planetario con sus nuevos desafíos y peligros a la sobrevivencia.
Aunque se puede notar el abandono del totalitarismo como programa de gobierno, los funcionarios de los partidos del pillaje impulsan la arrogancia del poder. Las instituciones que debieran defender las libertades son nuevamente copadas por ejecutivos de la represión. En virtud de no existir un desafío popular sustentado, se extiende el abuso del control gubernamental tanto en el bloqueo de los puestos públicos como en la generalización de la corrupción. Eso se completa con listas negras operadas por entramados que operan servicios clandestinos de seguridad, hasta ahora intocados por los que refuerzan la ley.
El acaparamiento de cargos por un reducido grupo de pillos aparece en comentarios sarcásticos o burlas, en las aplicaciones de los móviles. En los últimos días, se ha descubierto al vocero presidencial, Hans Heimann, como coleccionista de contratos. Pero no se trata de un caso aislado, sino de una práctica común durante los últimos gobiernos en muchas oficinas y empresas gubernamentales. Hoy le tocó al susodicho pero no es el único que dobletea o en este caso tripletea.
Un país crece en la medida que acepta el debate. La libertad de expresar el pensamiento a nivel social debe aceptar al disenso. En los países donde se discute con posiciones teóricas sobre los asuntos públicos, existe una mayor unidad nacional. Mientras, aquellas sociedades donde se busca la ausencia de tendencias doctrinarias solo pueden funcionar cuando generalizan la corrupción. Se trata de la solidaridad de la gavilla que asalta al poder. Lo característico es impedir el crecimiento de la dignidad de la ciudadanía, para lo que se tiene que atropellar a la ley y su efectividad.
Por eso es importante abatir la descomposición política expresada en partidos carentes de ideología, cuya única razón de cohesión consiste únicamente en perseguir un botín.
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