SIN FRONTERAS
Escuche a la voz de la historia
Los anales del país se aprestan para llenar nueva página y juzgarán, ahora y para siempre, a cada uno de acuerdo con su actuar en este cruce de caminos. Y en momento de trascendencia histórica, la sabiduría llama a tomar camino obedeciendo a su voz -la de la historia-, que ahí está, dispuesta a murmurar a quien le escuche, y a quien la busque confiado de que esta le dará consejo certero.
Caminando por la calle y platicando con la gente, se percibe sensación de que nuevamente se alcanza un punto de rebalse. El pueblo está listo y dispuesto a actuar con manifestaciones cada vez más determinadas. El rechazo a un gobierno que no le sirve, ha sido una constante nacional; pero sin duda, hechos recientes han cambiado el tono del descontento. Un presidente devengando Q200 mil a cada treinta días, y diputados desenmascarados aprobando leyes oprobiosas, no son para menos. Tantas otras cosas más. El pueblo tiene razón de estar hastiado, y sinceramente, no deja de impresionarme la paciencia del guatemalteco que, hasta ahora, ha aguantado lo que pocos otros pueblos aguantan. A este pesar, los políticos insisten en dar manifestaciones de poner resistencia a la justa demanda ciudadana. Escuchar sus declaraciones en esta crisis indican que buscarán dar lucha, y las afinidades castrenses del gobierno actual, hacen temer que podrían tomar la errónea acción de reprimir por la fuerza el movimiento cívico que se gesta.
¡Cuánto mal se ahorraría, si los políticos revisaran sus libros de primaria! Ahí encontrarían eventos contestes que advierten que esta –la represión- es antesala siempre al último fracaso del despotismo. Opresores de antaño han quedado sepultados en la eterna ignominia, y esto les sucedió al no saber medir la fuerza de un pueblo insatisfecho, que no hace más que exigir lo que sabe que legítimamente le corresponde. A don Jimmy, digamos, se le invitaría a conocer la historia de “don Meme”, quizás el mayor de los tiranos liberales, que en 1920, saboreó de lleno la amargura de su prepotencia.
Para ser sincero, dudo que los políticos den importancia a conocer su historia. Pero igual aquí cabe recordarla, pues lo del presidente Manuel Estrada Cabrera es paradigmático y tiene similitudes preocupantes con la situación actual. La depravación del gobierno y la putrefacción de los poderes del estado, llevaron a un descontento, aumentado por los actos de prepotencia, propios de un tirano. El pueblo hastiado de la dictadura, encontró en el entonces llamado Partido Unionista, una forma de agruparse escapando de la censura oficial, que impedía la asociación en su contra. La gente se fue uniendo al movimiento que aparentemente buscaba la unidad centroamericana, pero que cada vez fue haciendo mayor resistencia interna. Quienes han visto fotos de las aglomeraciones frente a la sede del partido, entre doce calle y cuarta avenida de la zona uno, dicen que estas eran masivas.
Al final de una batalla interna que duró unos quince días, el tirano Estrada fue destronado del puesto que, con abuso de poder, había ocupado veintidós años. Pero es necesario hacer hincapié en que el costo y sufrimiento fueron grandes ya que la violencia siempre deja dolor.
Lo de Estrada Cabrera no es un hecho único en nuestras páginas, ni mucho menos. Pensemos en Jorge Ubico, quien salió expulsado por reprimir con fuerza la justa demanda popular por el respeto de libertades ciudadanas. En ambos casos, la depravación estatal, y el abuso de poder, llevaron al ciudadano a hacer un paro nacional. Paro nacional, como el que se llama a hacer este miércoles entrante. Un paro que busca terminar con el insulto permanente que, espero, ya no estemos dispuestos a soportar.
@pepsol