SI ME PERMITE
El amor debe ser un perfil de conducta radical
Cuando se habla de amor, hay diversidad de maneras de tratarlo que puede ser, por un lado, lo romántico y poético, y por el otro, el modo de lo más racional por lo que cada uno trata de explicarlo. En verdad, el amor es mejor definido por el que lo recibe que por el que lo está expresando.
Claro está que se habrá de presentar discursos y pláticas sobre el amor que pueden ser muy elocuentes y recibir ovaciones por su contenido o bien por su presentación, pero cuando esto hay que llevarlo a la vivencia, las cosas no son tan sencillas como se presentó en el contenido de la plática que se escuchó.
Entendiendo que el amor que se prueba no está necesariamente sujeto a descripciones pero sí contiene asuntos de afecto, emoción y voluntad, claro, siendo parte y no siempre todo.
Esto obliga a aceptar que el ingrediente que tiene que ser manifiesto es el de la responsabilidad en todo su proceso, desde el inicio hasta llegar a su máxima expresión.
Frecuentemente la validez de la descripción más valedera es del receptor que recibió el amor y no tanto del que lo ha dado, porque en estos casos llevan un marco de reclamos que solo lo justifica el que lo dice.
A las demás personas solamente les queda oír y si son sabios no hacer ningún comentario porque sin duda será mal interpretado.
Si quisiéramos ser de aquellos que pensamos en tener relaciones duraderas que puedan cultivar sentimientos favorables a largo plazo, debemos iniciar con el mayor cuidado, sin comunicar ningún mensaje equivocado y sobre una base que uno construye, teniendo claro el punto de que cuando se habla del amor que se siente hacia alguien se percibe del modo que va integrándose en la conducta de esa persona, no tanto en su perfil de fantasía, sino en una manera de vida radical.
Cuando uno llega a conocer a personas que por mucho tiempo han desarrollado una vida de amor, no es extraño también notar que muchas de las cosas que realizan en forma rutinaria las hacen pensando en el ser amado, y esta práctica, con el tiempo, llega a ser un modo de vida para ellas.
Es común observar en este tipo de personas que cuando alguien que las ha conocido en el pasado y por alguna u otra razón se las vuelve a encontrar, entonces surgen comentarios de cómo esta ha cambiado.
En la generación actual deberíamos ocuparnos más en vivir y comunicar en nuestro modo de ser el amor que tenemos para alguien antes que buscar la forma para decirlo y persuadir con frases rebuscadas para expresar el amor.
Es innegable cuando una persona es amada y lo percibe, pues esto genera cambios en la vida, para bien, que se proyecta en su actitud, como también en la salud. Si aceptamos esta realidad deberíamos tomar acciones en proyectar un verdadero amor a nuestros seres queridos como una inversión deliberada.
Esta tarea no es cuestión de planificación, es para iniciar hoy con detalles de los más mínimos y progresar con asuntos específicos para que la persona amada tenga provecho de la relación y aun cuando la persona ya no está, ese amor percibido es real y eficaz para que la motive a seguir viviendo con fuerzas renovadas.
Seamos iniciadores en el amar a nuestro prójimo antes que esperar que los otros sean los que inicien para que nosotros simplemente tengamos que corresponder. La sociedad nos lo agradecerá.