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Restrepo comenzó su dilatada carrera en 1957 y dedicó 27 años de su vida profesional a la televisión, 18 de los cuales trabajó como reportero del noticiero 24 Horas. También fue columnista de los diarios El Tiempo, El Espectador y El Colombiano, entre otros, así como catedrático de la prestigiosa Universidad de los Andes.
Por su contribución al oficio, en 2014 recibió el Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo.
En ese entonces la Fundación Gabo reconoció también su “defensa de la tradición del periodismo de calidad y la voluntad de asumir los retos de los tiempos nuevos”.
Más de su trayectoria
Tras recibir el premio, Restrepo explicó a EFE que la clave del galardón radicaba en el hecho de que hacía énfasis “en la importancia que en este momento tiene la ética para los periodistas teniendo en cuenta esa especie de terror-ambiente que hay frente a todo lo de la tecnología digital”.
La ética periodística en los tiempos de cambio que vive el periodismo era una de las grandes pasiones de Restrepo, quien dirigía desde 2000 el consultorio de la Fundación Gabo en el que recibía con frecuencia consultas de profesionales de toda Iberoamérica.
Restrepo afirmaba que “en ética nadie es juez de nadie, salvo de uno mismo, porque solo uno sabe las motivaciones y circunstancias de sus acciones”.
Autor de 22 libros, fue ganador del Premio Nacional de Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) en la categoría de prensa en 1993, así como del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en 1985 y 1986.
Además recibió los premios San Gabriel del Episcopado Colombiano en 1994, Germán Arciniegas de la Editorial Planeta en 1995 y el Premio Latinoamericano a la Ética Periodística otorgado por el Centro Latinoamericano de Periodismo (CELAP), auspiciado por la Universidad Internacional de la Florida, en 1997.
Inflexible en sus opiniones sobre el oficio al que dedicó su vida, afirmó que los periodistas se habían equivocado en plena época de la dictadura del clic al pensar que su papel se cumple cuando registran “lo último que ha sucedido” y que su obligación “para con el público y con el medio de comunicación es contar lo más llamativo, alarmante o sorprendente y que, además, responde a la curiosidad del mayor número de receptores de información”.
“Formulo como hipótesis la idea de que a los periodistas en general, nos preocupa poco el efecto que a corto, mediano o largo plazo puedan tener nuestras noticias”, aseguró en uno de sus últimos discursos.
Y agregó: “Sí es, en cambio, abrumadora la sospecha de que es nuestra responsabilidad el crecimiento de un sentimiento de desesperanza y que este es un hecho que resulta de la subestimación del papel que debe cumplir el periodismo en la sociedad”.
“El potencial social y político del periodismo está sin activar y la profesión, como tal, reducida a papeles menores ha adquirido un perfil de simple actividad de entretenimiento, no de liderazgo y orientación de la sociedad”, indicaba.
Por eso, apostaba por un “periodismo que propone” y hace “aparecer la esperanza con todo su dinamismo, activador de lo posible”.
Tras su muerte, la Fundación Gabo calificó a Restrepo en un comunicado como “Pilar y guía en el ejercicio del periodismo ético en Iberoamérica”.
Por su parte, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), de la que fue fundador, director ejecutivo y miembro del consejo directivo, consideró que no solo fue “un maestro del periodismo, sino que fue esencial en al defensa de la libertad de prensa”.
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