La competencia comenzará en Col d’Izoard, en los Alpes, y concluirá en Casse Deserte (2am de Guatemala). La última edición la ganó Chloe Hosking, de Australia.
Bruderer comenzó a practicar ciclismo en el 2010, junto a su padre y con el entrenador Carlos Cuté, en el velódromo de la zona 13. Esa etapa de su vida la marcó y le enseñó a luchar por sus sueños. Hoy, está a un paso de cumplir uno de ellos en Francia; el próximo tiene por nombre, Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
“Nunca me imagine que iba a estar corriendo esta carrera este año, ya que es de las más prestigiosas que hay y es solo mi primer año como ciclista profesional. Va a ser una experiencia inolvidable y no tengo nada que perder, así que solo tengo sentimientos buenos y muchas ganas de aprender”, asegura la pedalista.
La ciclista guatemalteca reside en California, aunque asegura que no tiene “casa” ni un lugar en donde se haya estabilizado.”No tengo casa, voy de lugar en lugar, pero digamos que mi base está en Estados Unidos”, revela.
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Una pasión
Su conexión con el ciclismo se debe al sentimiento que le provoca estar en una bicicleta.
“Hay momentos en los que el entrenamiento ha sido constante y uno como persona está en un buen lugar emocional y espiritual. Uno se siente imparable sobre la bici, como que nada me puede detener”, confiesa la ganadora del bronce en scratch, en los Juegos Bolivarianos 2013.
Nicolle tiene un año de competir como ciclista profesional y es parte del equipo TIBCO Silicon Valley Brank de California. En él es compañera de 11 pedalistas más, de México, Canadá, Alemania y Nueva Zelanda.
La guatemalteca fue una de las seis seleccionadas del equipo para competir en La Course y eso la ha llenado de satisfacción. “Nunca me imaginé estar en esta carrera. Siempre me ha dado mucha ilusión representar a Guatemala”, afirma.