Son las 14 horas, momentos antes Aparicio pasó por sus hijos a una escuela del sector, quienes, aún con el uniforme del establecimiento juegan de forma inocente mientras comen, por lo que uno de ellos derrama el arroz de uno de los platos. El padre suspira y mejor ofrece su porción de comida y coloca el plato en un banco de plástico, para que los niños se sirvan de nuevo.
Como Aparicio, todos los días acuden a la Rectoría de Belén personas desempleadas, en situación de calle y de la tercera edad, para recoger los alimentos proporcionados por las monjas que atienden el lugar. Muchos de los que acuden al templo dicen que duermen en la calle.
Aparicio cuenta que su caso es distinto, pues desde hace 15 días ha pernoctado en diferentes lugares como hoteles o con conocidos; sin embargo, el dinero se acaba y este martes por la noche acudiría a la casa de su madre para pedirle posada.
El padre dice que ha trabajado en ventas, así como en una funeraria, pero a raíz de la poca demanda en este último negocio perdió su empleo, fue como decidió probar la venta de manteles en buses y en la vía pública para sostener a su familia.
“Había un rótulo donde decía que se acercaran para recoger comida y así fue como me enteré de este lugar, hay dos lugares más como estos en la zona 1”, refiere Aparicio.
Esperanza
Mientras Aparicio relata sus problemas, recibe una llamada telefónica de su esposa. Ella le dice que dentro de poco se reunirán en la zona 1 para hablar de cómo van los trámites para utilizar una pequeña habitación que a él le heredaron en la zona 3 de Mixco.
Aparicio asegura que uno de los problemas es que los inquilinos no quieren desalojar el lugar y lo amenazaron de muerte.
Obra benéfica
La religiosa Virginia Paz, una de las monjas que atienden en el templo, relató que en el 2011 empezaron la entrega de comida en la Rectoría de Belén, pero en el 2014 llegaron más personas y se vieron en la necesidad de preparar más alimentos.
“La gente que viene vive en la calle, están desempleados, son indigentes o sufren problemas de alcoholismo. También vienen migrantes de Honduras y El Salvador”, refiere Paz.
Explicó que los alimentos los obtienen de donadores particulares quienes les entregan azúcar, frijol y verduras que les obsequian en los mercados.