Sumado al temor de acciones violencia de los barristas de los tres populares clubes del balompié colombiano, ha generado gran tensión en el país el atentado con explosivos perpetrado el sábado en un centro comercial del norte de Bogotá, con saldo de tres mujeres muertas y ocho personas heridas.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, encabezaba el domingo un consejo de seguridad con la alcaldía de Bogotá, la Fiscalía General, la policía y las Fuerzas Militares. Se ofrecía una recompensa equivalente a 33.000 dólares por información sobre los autores del ataque.
El miércoles, rigieron un toque de queda para menores y la ley seca en Cali durante el encuentro de ida de la final, realizado en la vecina población de Palmira. La medida se ha reactivado y seguirá vigente hasta las primeras horas del lunes. La seguridad es encomendada a 1.300 policías.
Comerciantes dedicados a la venta de licores protestaron infructuosamente contra la orden.
“No hay homicidios”
“La ley seca es por actos de la ciudadanía, en los que el comercio no tienen nada que ver… En nuestros negocios no hay desórdenes, no hay homicidios”, señaló Orlando Gómez, líder de los expendedores que se dicen perjudicados.
Un joven con la camiseta roja de América de Cali murió apuñalado en la ciudad, mientras seguidores de Deportivo Cali festejaban la clasificación a la final el 11 de junio.
Por su lado, la alcaldía de Medellín puso en práctica la ley seca solo en torno al estadio Atanasio Girardot, escenario del duelo de revancha el domingo por la noche. La tarea de control estaba a cargo de 1000 agentes y 500 miembros de la logística de Nacional.
La alcaldía de Bogotá igualmente expidió un decreto en tal sentido y además prohibió el tradicional desfile de barristas desde la plaza de Bolívar hasta El Campín a raíz de las graves refriegas del pasado, que han dejado muertos y heridos.
La jornada incluía un partido entre Comandos y BlueRain, equipos integrados por barrabravas, y otro encuentro de viejas estrellas de Millonarios.