“El presidente empezó preguntándome si quería seguir siendo el director del FBI, cosa que me pareció extraña porque ya me había dicho dos veces en conversaciones anteriores que esperaba que me quedara, y le había asegurado que tenía la intención de hacerlo. Dijo que a mucha gente le gustaba mi trabajo y, dada la presión que había tenido durante el año anterior, él entendería si yo quería irme”, escribe Comey.
“Mis instintos me dijeron que el encuentro cara a cara, y la pretensión de que nuestra primera discusión fuera sobre mi puesto, significaba que la cena era, al menos en parte, un esfuerzo para que yo le rogara por mi trabajo y crear algún tipo de relación de clientelismo. Eso me preocupó mucho, dada la posición tradicionalmente independiente del FBI del Poder Ejecutivo”, agrega.
Comey, según sus anotaciones, reiteró a Trump su deseo de continuar en el cargo cumpliendo el mandato de 10 años como director del Buró, cargo al que accedió en 2013.
Seguidamente, el entonces director del FBI le aseguró que “siempre podría contar” con su “honestidad” y para decirle la verdad.
“Unos momentos más tarde, el presidente dijo: Necesito lealtad, espero lealtad. No me moví, hablé ni cambié mi expresión facial de ninguna manera durante el incómodo silencio que siguió. Nos miramos simplemente en silencio. La conversación siguió adelante, pero volvió al tema cerca del final de nuestra cena”, asegura.
El contenido de estas conversaciones, reflejadas en los memorandos, fue parcialmente adelantado por varias filtraciones al diario The New York Times y a The Washington Post, pero Comey no había confirmado públicamente estos hechos hasta ahora.