Un presagio al vuelo

La sobrevivencia del quetzal en bosques nubosos, también sobrevivientes, expuesta en el documental Serpiente Emplumada del fotógrafo guatemalteco Ricky López constituye un valioso documento fílmico, una loable obra estética, pero, sobre todo, un poderoso llamado a la conciencia ciudadana acerca de la necesidad de conservar los recursos forestales que le quedan al país, no solo para que pueda continuar existiendo esta emblemática especie, símbolo nacional, sino para asegurar la propia sostenibilidad de las comunidades urbanas y rurales de Guatemala.

Con total impunidad y desfachatez se reportan, cada mes, casos de tala, que con frecuencia ocurren en áreas protegidas, sin que las autoridades ambientales puedan o quieran ejercer la potestad que les auxilia para frenar la destrucción de bosques, ya sea por rozas agrícolas, narcoinvasiones, introducción ilegal de ganadería e incluso para vender ilícitamente los terrenos.

El avance de esta depredación es notorio, incluso en regiones que hace apenas dos décadas eran ricas en precipitaciones pluviales y en aprovisionamiento de agua. Baste citar como ejemplo el departamento de Baja Verapaz, en donde se localiza el Biotopo del Quetzal, que prácticamente constituye la única extensión boscosa que se mantiene en la región. A su alrededor dominan el paisaje los cerros pelones y las cuencas silenciosas en donde antes había bulliciosas cascadas. La cabecera, Salamá, y otros poblados, viven una creciente escasez de líquido a causa de que los suelos deforestados ya no retienen el agua.

Dicho deterioro no es exclusivo de esta zona, pues en la Sierra de las Minas, donde también habita el quetzal, se ha registrado una descomunal explotación forestal supuestamente amparada por licencias, pero cuya pertinencia y límites no son transparentemente monitoreados o divulgados por autoridad alguna. Las fotografías satelitales del territorio guatemalteco exhiben la desaparición de la cobertura forestal mientras que las dependencias a cargo de su monitoreo arguyen falta de recursos para vigilar, conservar y eventualmente reforestar.

Ha sido recurrente el discurso con temática patriótica y lirismo nacionalista en el gobierno feneciente, pero las acciones en favor del cuidado de la biodiversidad fueron más bien escasas. Partes del Parque Nacional Laguna Lachuá pasaron ocupadas por meses antes de que se efectuara un desalojo; la Reserva Nacional Laguna del Tigre es campo de aterrizaje de aeronaves ilícitas y desde satélite se puede notar su avanzada destrucción; el humedal Manchón Guamuchal, en Retalhuleu, pasó meses siendo consumido por fuegos forestales sin que se proveyeran recursos suficientes para extinguirlos.

La sobrevivencia del quetzal es un verdadero símbolo y augurio de la posibilidad de sobrevivencia ecológica de los guatemaltecos. La reducción de su hábitat, tristemente registrada en el documental de marras, involucra a algunos sectores, pero terminará por impactar a todos. El vuelo majestuoso de esta joya natural debe motivar a un nuevo paradigma de desarrollo sostenible que incluya una fuerte apuesta por el ecoturismo responsable.

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