Según los mismos congresistas, la división y falta de liderazgo en las bancadas mayoritarias y en la Junta Directiva hacen que la agenda se deteriore porque no hay un rumbo establecido.
El año pasado, el entonces presidente de ese organismo, Mario Taracena, avanzó, pero su personalidad hizo que se enfrentara a muchos diputados, quienes optaron por aliarse al partido gobernante. Sin embargo, politólogos y legisladores aseguran que esa coalición no funcionó y está llevando al Congreso a un estancamiento, debido a que cada uno tiene su propia agenda y ninguno quiere ceder.
Otros diputados, como Orlando Blanco, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), están convencidos de que la intención es que no pase ni avance nada, porque les interesa mantener detenido al Estado.
Leonel Lira, diputado de Encuentro por Guatemala (EG), recordó que la Directiva actual fue electa en un proceso en el que primaron muchos intereses y los electos no tenían experiencia.
Además, la bancada oficialista ahora sí se empoderó del Congreso, pero “para infortunio de la labor legislativa adoptaron el filibusterismo —táctica que se emplea para retardar—, abandonan el hemiciclo o bloquean las intervenciones de otros en el pleno. Por eso hay menos cantidad de decretos”, añadió.
Aunque Carlos Chavarría, de Compromiso, Renovación y Orden (Creo), aseguró que el problema es que el Congreso está cooptado, lamentó: “Acá no pasa nada sin el aval de los grupos de poder. En cada momento se ve cómo llaman a los diputados para que voten o rechacen las propuestas”.
Divisiones
El estancamiento fue anunciado desde que se creo la alianza que eligió a la directiva actual. Politólogos previeron que se rompería pronto y habría parálisis similar a la ocurrida durante la dirección de Pedro Muadi, en 2014.
Álvaro Velásquez, diputado independiente, considera que es un problema de liderazgo, falta de experiencia y de divisiones entre la alianza y las bancadas que la integran y en la misma directiva. Esa visión la comparte Lira.
Haroldo Quej, subjefe del bloque de la UNE, ve que falta disciplina. “Ni siquiera son capaces de hacer llegar a sus diputados a las sesiones, y no porque quieran frenar la agenda, sino porque no tienen la capacidad de cohesionarlos”, criticó.
Diputados del Movimiento Reformador, de Alianza Ciudadana y de Todos aseguraron que la principal división se observa en el bloque de gobierno, ya que cada quien vota como quiere y hasta se atreven a citar o interpelar ministros, en lugar de evitar ese tipo de acciones por ser de su partido.
Una muestra de ello fue la interpelación solicitada por Byron Chacón, del Frente de Convergencia Nacional (FCN-Nación), al ministro de Comunicaciones. Esa misma semana varios diputados oficialistas se sumaron a apoyar el juicio político contra la ministra de Salud, Lucrecia Hernández.
“Yo no soy del partido, soy de la bancada, pero no del partido”, respondió un miembro de ese bloque al ser consultado.
Según los diputados, en todo acuerdo legislativo los votos son los que cuentan, y aunque FCN-Nación es el bloque más grande, no puede prometer que los 37 votarán a favor.
Berrinche
Velásquez también aseguró que hay una especie de pleito de algunos diputados con la agenda que cuente con el respaldo de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), de la Embajada de Estados Unidos, el Ministerio Público (MP) o la agenda que se originó en la Plaza, luego de la renuncia de Roxana Baldetti y Otto Pérez Molina en 2015.
“No hay intención de legislar, menos si las iniciativas vienen de esos actores… El berrinche deja en evidencia que los diputados no pueden por sí solos, pues no aprueban las leyes que les piden, pero tampoco tienen ninguna para proponer”, lamentó Cristhians Castillo, politólogo del Instituto de Análisis e Investigación de los Problemas Nacionales.
Otros congresistas están molestos con sus partidos, ya que no resultaron beneficiados en las diferentes asambleas, por lo que se han rebelado a las exigencias.