EDITORIAL

Otro tropezón por incapacidad

Un nuevo caso que comprueba la incapacidad de los funcionarios gubernativos en las relaciones internacionales ocurrió la semana pasada, con el resultado de la separación del embajador para la agenda de los temas migratorios de Guatemala, Claus Marvin Mérida Jiménez, quien aparentemente sin conocimiento de la Cancillería envió una carta al senador estadounidense republicano Michael Lee, en la cual le solicitaba, en documento con membrete gubernativo, la separación de Todd Robinson como embajador de Estados Unidos en el país.

La embajada estadounidense emitió a las pocas horas un comunicado en el cual señala que será infructuoso cualquier esfuerzo para afectar las buenas relaciones entre los dos países, con lo cual en términos diplomáticos aceptó la versión oficial de que tal solicitud había sido realizada en forma personal por Mérida Jiménez, de quien solo se sabe que fue nombrado por Alejandro Maldonado Aguirre. Jimmy Morales lo ratificó, luego de que recaudara fondos en Estados Unidos para su campaña presidencial.

El canciller Carlos Raúl Morales informó al senador Lee que se trata de un coordinador de la mesa de trabajo presidencial para asuntos de los migrantes, sin designación oficial del Gobierno pero que trabaja como asesor honorario presidencial en esos temas. Esto es difícil de entender. Era entonces alguien que, extrañamente, no estaba relacionado con la Cancillería pero sí con el importantísimo asunto migratorio.

El puesto en mención, de mantenerse, no puede ser premio para amigos y colaboradores de campaña. Los migrantes se han quejado de incumplimiento de actividades y de promesas sobre documentación de todo tipo. Los debe atender gente capaz y con experiencia, sobre todo por su importancia para la economía nacional. Nuevamente ha quedado al descubierto la manera poco seria de muchas de las designaciones para los puestos públicos y el presidente se equivocó de nuevo al referirse al imprudente colaborador Mérida Jiménez como su “amigo”, en vez de guardar silencio por la obligada separación de ese asesor honorario.

Para nadie es secreto que existen grupos interesados en el retiro del embajador Robinson, a quien señalan de inmiscuirse en los asuntos internos guatemaltecos. Ciertamente, algunos comentarios del diplomático estadounidense han sido desafortunados, como haber dicho que la soberanía guatemalteca no estaba dentro de sus prioridades. El apoyo de Estados Unidos a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala y su actual dirigente, Iván Velásquez, ha contrariado a quienes ahora se oponen al trabajo de ese ente internacional de investigación.

Washington ha declarado que Robinson seguirá hasta que termine su período este año y ha reiterado su apoyo a la Cicig y al Ministerio Público, lo que constituye un mensaje claro para quienes desean la salida del embajador y de esa institución internacional. Por aparte, debido a la potencialmente explosiva situación política en Medio Oriente y la península coreana, la aprobación senatorial del nuevo embajador en Guatemala no tiene prioridad y esto puede significar varios meses con un encargado de negocios al frente de la misión diplomática estadounidense en el país.

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