experto en extorsionar, lealtad extrema a la organización, antihigiénicos, nómadas cada cuantos años, vengativos, “escurridizos” y ahora aliado de otras estructuras del crimen organizado.
El motín del Centro Juvenil de Privación de Libertad para Varones Etapa 2, que se encuentra en San José Pinula, y los ataques posteriores contra la Policía Nacional Civil (PNC) —horas después de haber retomado el control— evidencian que al Gobierno aún se le salen de las manos estas situaciones.
Por rivalidad
La mayoría de veces cuando se registra una revuelta en cárceles o correccionales, cuya responsabilidad es atribuida a la M18, tiene que ver con rivalidad contra la Mara Salvatrucha (MS).
Nunca se sabe con certeza quién ha comenzado la riña, pero tanto a lo interno de los centros de privación de libertad como en la calle se han dado muertes en los dos bandos.
En ambos casos las pandillas ofrecen venganza, y lo han cumplido.
Lo mismo ocurrió con los ataques a la PNC, que para muchos fue la venganza por los traslados y por retomar el control de Etapa 2.
Al parecer el poderío y logística de la pandilla Barrio 18 ha crecido en los últimos años, y expertos en seguridad creen que ello supone cooperación con otros grupos del crimen organizado.
La capacidad de comunicación para planificar ataques casi simultáneos es, según conocedores, también con las células en otros países.
El 15 de agosto del 2005 en diferentes cárceles guatemaltecas hubo un motín supuestamente provocado por la MS, en el cual murieron 36 integrantes del grupo rival, una de las acciones más sangrientas y coordinadas de las últimas décadas.
Un líder de la Mara 18 en Estados Unidos contó a Prensa Libre, en una entrevista vía electrónica, que dicho ataque en diversas prisiones fue un “plan sistemático” de la Policía para eliminar a “cualquier persona” que se asocie con esa pandilla, y que no era el primer lugar en el que sucedía.
“Los oficiales de la Policía les han proveído armas de fuego, machetes y hasta granadas a los de la MS, que han servido como sus asesinos”, habló el dirigente de la M18, en base a “comunicaciones” que había tenido de aliados de los sobrevivientes.
Rojos antecedentes
La ciudad de Los Ángeles, California, vio nacer las primeras células de la M18 integrada por migrantes mexicanos a mediados de los años 70, y con el paso de los años se sumaron de otras nacionalidades, y fue así como se expandieron durante la siguiente década y media.
La explosión de mareros en Guatemala comenzó a principios de la década de 1990, hasta llegar a tener presencia en casi todas las zonas de la capital, debido a que las fuerzas de seguridad no tenían mucha capacidad.
Las pandillas resultaron ser, si no el peor, uno de los más grandes dolores de cabeza del gobierno de Óscar Berger, en el cual todos los años se registraron varios ataques, motines y atentados que implicaban al Barrio 18.
La utilización de granadas de fragmentación comenzó a ser una de las armas favoritas, y en septiembre del 2005, un muerto y nueve heridos dejó un ataque con granadas en contra de la MS en la correccional de San José Pinula.
La PNC también fue objeto de ataques en aquellos años. El 11 de enero del 2006, tres agentes fueron asesinados en la aldea El Carmen, Santa Catarina Pinula. Seis pandilleros de la M18 fueron detenidos por ese hecho, y vinculados con la masacre de una familia días antes.
1,026 miembros del Barrio 18 había en cárceles en el 2014, según el Sistema Penitenciario.
La fama del Centro de Detención Juvenil Etapa 2 se debe a que se han vuelto recurrentes los ataques de los 18 a la MS, como el del 22 de junio del 2006, en el que cuatro pandilleros murieron baleados. La forma en que ingresaron las armas apunta a varias líneas: se las dieron familiares en alguna visita, posible complicidad de guardias y “descuidos” en la seguridad de no encontrar las pistolas cuando se revisa a las visitas. Todo mediante sobornos.
De cal y de arena
El fortalecimiento institucional, de capacidades, movilización, equipo y número de agentes de la PNC ha crecido desde el 2013, y sus intervenciones en distintas zonas han causado el desplazamiento de la M18.
En los 90 tenían fuerte presencia en las zonas 7 y 18, pero de ahí se han movilizado hacia la zona 6, áreas de Villa Nueva y a Mixco, como en la colonia Carolingia, indicaron autoridades.
Pero así como la Policía ha dado golpes a los mareros, estos han encontrado apoyo, como armamento, en otros grupos del crimen organizado.
La economía del Barrio 18 también se ha beneficiado con el dinero de asaltos y extorsiones.
“La pandilla representa la mayor amenaza en los países centroamericanos como El Salvador, Guatemala y Honduras, donde gobiernos débiles y pandillas grandes —en relación con la población— han convertido al fenómeno ‘mara’ en una amenaza para el bienestar nacional por extorsionar sistemáticamente al sistema de transporte público y a comunidades enteras”, publicó el sitio especializado en investigación del crimen organizado Insight Crime.
El reportaje resalta que varias acciones implementadas en El Salvador el año pasado, como el aumento de presión en materia de seguridad “aparentemente” repercutió en un creciente número de miembros de pandillas que buscan refugio en Guatemala.
“Al igual que la MS13, Barrio 18 se organiza en células semiautónomas, llamadas “clicas”. Si bien existe una jerarquía dentro de estas clicas, no hay un estilo militar vertical en la cadena de mando. La estructura jerárquica del Barrio 18 es descentralizada y horizontal”, dice el sitio.
- Se formó en EE. UU. | La Mara 18 nació en Los Ángeles en la década de 1970, y fue integrada en un principio por migrantes mexicanos.
- Expansión a otros países | Conforme se integraban migrantes de otras nacionalidades, hicieron su propaganda en otros países de Centroamérica.
- Productos sociales | Sus integrantes principales ingresaron bastante jóvenes, producto de desintegración familiar o abandono, y encuentran un “hogar”.
- Colonias populares | En la década de los 90 dominaron las zonas 18 y 7, donde centraron su actividad delictiva en barrios populares.
- Recursos financieros | El dinero con el que compran armamento y reclutan a nuevos miembros lo obtienen mediante asaltos y extorsiones.
- Facilidad para reemplazos | Poseen alta capacidad de sustitución de líderes cuando estos son capturados o asesinados.
- Operan desde prisión | Aunque los líderes sean encarcelados, mantienen mecanismos de coordinación con los integrantes externos.
- Extrema fidelidad | Tienen alta fidelidad y lealtad a la organización, al punto de cometer descuartizamientos a quienes sean “infieles”.
- Tatuajes específicos | Sus tatuajes están en todas partes del cuerpo, inclusive la cara, donde se marcan el logotipo de la organización.
- Vestuario más flojo | La ropa es más floja que la de los integrantes de la Mara Salvatrucha. Usan pantaloncillos de lona debajo de la rodilla.
- Otros distintivos | La visera de la gorra es curva, gustan usar zapatos estilo chapulines y calcetines blancos, así como crucifijos o rosarios negros.
- Depilados y sin pelo | Muchos utilizan la depilación de las cejas con dos o tres rayas, y suelen usar cortes de pelo a la rapa. Pasan días sin bañarse.
- Adaptación a la época | Son capaces de evolucionar y modernizarse, al punto de saber qué armas poseer.
- Expertos drogadictos | Se dedican al consumo de diversas drogas compradas también con el dinero producto de asaltos y extorsiones.
- Bajo otra lógica | “La lógica de vida de ellos es muy distinta a las personas normales. Para ellos matar no significa nada”, contó una autoridad.
- Constante movilización | Las células se desplazan conforme a los golpes que les da la PNC. Por eso hay represalias, y se mueven a los municipios.
- Armas vienen del norte | Muchas de las armas que poseen ingresan a Guatemala desde EE. UU. y México, en un flujo contrario al de la migración.
- Número más reducido | El número de integrantes reales es más reducido, porque usan muchos “faros” o colaboradores que no son miembros identificables.
Análisis
Tienen incidencia política
La Mara 18, al mismo tiempo que es desplazada y recibe golpes de la PNC, ha buscado armarse aún más y ha conseguido modernizarse, por la cantidad de armas a la que han tenido acceso en los últimos años y, como los eventos de esta semana, han generado incidencia política, opinó Carlos Vega, del Departamento de Análisis Jurídico de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes).
“Ahora ya tienen incidencia política, y antes eso no les interesaba. Ya están teniendo un enfoque político porque como se han sentido atacados o copados por el Estado, entonces lo de Etapa 2 es una forma de defenderse en cierto sentido y atacar al Estado. La muerte de policías tiene un mensaje de fondo, y es que van a actuar contra el Estado”, explicó. Al ciudadano de a pie, agregó Vega, le genera un ambiente de inseguridad sobre todo en barrios populares donde “ellos son los que mandan, no el Estado”.
“Ya son grupos con armas avanzadas, pero durante mucho tiempo no eran así. Ahora se han pactado con el crimen organizado, incluso son, en muchos casos, operadores de bandas criminales”, afirmó el investigador.