CATALEJO

Capricho de Morales da oportunidad a Giammattei

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Los hechos comienzan a dar la razón a quienes vemos entre hoy y el 14 de enero un lapso peligroso para el presente y el futuro del país, en especial al nuevo gobierno, encabezado por Alejandro Giammattei. No me cabe duda: hay una consigna perversa por complicarle las cosas a él y, con ello, a su régimen. Cerrar la embajada guatemalteca en Suecia, país muy respetado en la comunidad internacional, en forma inversa a como le sucede a Guatemala. Obviamente, la incapaz cancillería del país ha esgrimido justificaciones causantes de estupor o de risa, porque confían en la ignorancia total de toda la población acerca de las verdaderas razones: el deseo de venganza del mandatario guatemalteco ante el fracaso de lograr el cambio del embajador Anders Kompass.

' El discurso de Morales demuestra el riesgo de que se busque poner obstáculos al nuevo gobierno.

Mario Antonio Sandoval

En el campo interno, la caprichosa medida de Morales, quien según la Constitución dirige la política exterior del país, irónicamente le otorga capacidad de maniobra al presidente electo, porque se encuentra en una disyuntiva: si guarda silencio, será porque apoya la medida. Como no es así, porque no puede serlo, solo le queda hablar, pronto y claro, saliéndose de un carro circense manejado por un comediante ebrio y sin el más mínimo conocimiento de cómo funciona la política exterior, y sobre todo como una ofensa dirigida contra el Estado, no solo sus autoridades, es un yerro absurdo cuya solución a veces toma años, luego de numerosas reuniones para negociar los términos. Haciendo esa promesa, Giammattei se hace un favor a sí mismo.

Los guatemaltecos residentes en Alemania, donde ahora se pretende trasladar el consulado encargado de atender a Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia, se han quejado de lo largo del tiempo pasado para solucionar sus casos. Ahora, con cuatro países más a su cargo, será un verdadero dolor de cabeza para todos. Esta decisión no es simplemente lamentable. Es censurable y debe ser causa de rechazo. La comunidad internacional no funciona en base a reacciones hepáticas presidenciales, de un primer ministro, rey o cualquier jefe de Estado. Se trata, además, de una medida de cobardía, hasta cierto punto, porque el verdadero final es este: el cierre de la Embajada de Suecia, por cierto no realizada en la historia por ninguno de los países del África Subsahariana.

Dentro del riesgo latente para Guatemala se deben señalar dos discursos: los de Jimmy Morales y de Álvaro Arzú Escobar, en el Congreso, donde fue instalado por órdenes de su padre para ser presidente de ese organismo del Estado, a pesar de sus limitaciones, sobre todo políticas. Este se dedicó a repetir eslóganes ideológicos, y señaló estar de acuerdo con quienes colocaron un rótulo de “Estaremos de regreso”. Olvida un hecho: ya no está su papá para defenderlo y el alcalde Ricardo Quiñónez está en la cuerda floja, a punto de perder su derecho de antejuicio. La reelección buscada por Arzú Escobar no tendrá los votos oficiales ni del pintoresco partido Unionista o de los sandratorristas. Su carrera política languidece.

Por último, Jimmy Morales desperdició la oportunidad de quedarse callado. Sus menciones al jefe comunista radical de la época antinegra de Estados Unidos me demuestran a mí que de seguro quienes le hablan al oído no tienen idea de quién fue Malcolm X, cuya vida no es motivo de análisis en este artículo, pero sí se le debe entender como alguien dispuesto a crear un país de esa ideología en Estados Unidos, lo cual implica división. Su asesinato, sin duda, fue ordenado por su mentor religioso y después adversario político. Fue conocido por ser radical y su figura se hundió en la Historia. Lo menciono para reiterar la oportunidad, en las manos de Giamattei, de exigir respeto a su cargo, sobre todo de quienes subirán a un cadalso legal cuando queden en la calle.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.