Para 2017 están inscritos 452 “blocos”, los típicos grupos y bandas de Carnaval. El fin de fiesta, el apoteósico desfile de las mejores escuelas de samba en el mítico Sambódromo carioca, está previsto para el 4 de marzo.
Este año, la llegada del Carnaval se nota no sólo por las maratones de música que organizan los “blocos” como parte de sus ensayos callejeros, sino por la presencia de miles de militares en conocidos barrios de la ciudad como Copacabana e Ipanema.
El Gobierno central envió a 9.000 soldados para asegurar el orden público antes y durante el megaevento para el que Río espera a un millón de visitantes. En la ciudad, por eso, se ve desde hace días a cientos de personas, celebrando disfrazadas o casi sin ropa en pleno verano austral, custodiadas de cerca por militares fuertemente armados.
Brasil, sacudido desde hace años por una dura crisis económica, empezó también 2017 con malas noticias. No sólo por los continuos escándalos de corrupción política y las revueltas carcelarias con decenas de muertos, sino también por los reportes sobre un incremento de la violencia en los barrios más pobres de Río, las favelas, después del final de los Juegos Olímpicos del año pasado.
El Carnaval, sin embargo, tiene su propia dinámica y saca siempre a relucir la otra cara de los cariocas. En estos días, muchos vendedores se mofan por ejemplo de los corruptos famosos vendiendo camisetas que imitan los uniformes carcelarios del ex gobernador de Río Sérgio Cabral o del conocido magnate Eike Batista, ambos encarcelados por corrupción.
También se han hecho populares los “disfraces de muro”, en alusión al presidente estadounidense, Donald Trump, y a su discurso agresivo con América Latina.
Fiel al espíritu permisivo y de excesos del Carnaval, las autoridades sanitarias anunciaron además que repartirán 77 millones de preservativos. “¡En Carnaval, use 'camisinha' (preservativo) y viva esa gran fiesta!”, reza la campaña del Ministerio de Salud.
Pero también en la ciudad emblema de la sensualidad y el desenfreno carnavalescos parecen soplar vientos distintos, y no sólo por el auge de las iglesias evangélicas en todo el país.
Muchos cariocas, por ejemplo, creen notarlo en el hecho de que la “Globeleza”, la histórica presentadora de la programación de Carnaval de la red Globo, ya no salga en pantalla ligera de ropa, sino vestida de forma mucho más recatada. Y está además el nuevo alcalde, Marcelo Crivella.
El conservador obispo evangélico dio que hablar muchas veces por sus virulentos ataques contra homosexuales y negros. Quizá por eso, Crivella anunció recientemente que será el primer alcalde, desde la inauguración del Sambódromo en 1984, que no estará en Río durante el Carnaval. El motivo oficial es un viaje a un destino desconocido.
Antes, eso sí, algunos medios habían recogido sus palabras para describir las fiestas. “Vamos a tener, en el Gobierno Crivella, tal vez el Carnaval más bonito de esta ciudad”, dijo Crivella poco después de asumir el cargo en enero.
Con esa promesa, y aunque no entregue él mismo las llaves de la ciudad al bufonesco Rey Momo -el personaje que, según la tradición carioca, preside las fiestas- como símbolo del comienzo de las bacanales el viernes, el Carnaval de Río está listo para empezar.