Economía

Observatorio de calidad del gasto

A comienzos de este año, se valoraba en esta columna el trabajo realizado por la actual administración de SAT en el cumplimiento de sus metas de recaudación durante el 2016, una prueba superada.

Todo indica que el trabajo que representó el cambio institucional y sin lugar a dudas la coordinación estrecha con el MP-CICIG dio resultados tangibles y positivos.

Por otro lado, desde el año pasado se ha venido tratando de introducir una reforma fiscal —aumento de impuestos y/o ampliación de base tributaria—, esfuerzo que ha resultado infructuoso hasta ahora. Algunos argumentos que se repiten continuamente, como “Guatemala tiene una de las cargas fiscales más bajas de Latinoamérica por eso deben aumentarse los impuestos” y en su contraposición “el gobierno se roba todo el dinero de los impuestos” van perdiendo peso y son poco convincentes, se asemejan a lemas electorales.

La actual presión ejercida por un grupo productivo para disminuir sus deberes tributarios puede convertirse en un serio problema, no solamente para el cumplimiento de las metas de recaudación de la SAT durante el 2017, sino también para mantener ciertos compromisos que se tienen o se negocian con acreedores internacionales procurando financiar el presupuesto.

Tal vez lo más peligroso para algunos o fantástico para otros, es que si este grupo tiene éxito en quitarse impuestos, otros gremios o grupos van a probar la misma estrategia, sería absurdo no intentarlo. Al final del día tendremos al país paralizado por bloqueos de todos, pidiendo que se nos quiten las multas de tránsito o no pagar el IVA de la gasolina, incluso sacarle los “dientes” a la SAT.

En este contexto y después de hacerse públicos, los desmanes que han representado el jugueteo con los fondos públicos, con carreteras carísimas e inconclusas o compra de radares o iniciativas que parece no deberían tener prioridad en el gasto público y se compara con las condiciones de muchas aulas escolares donde los niños se sientan sobre ladrillos y están a la intemperie, la conclusión apunta a centrar el esfuerzo en asegurar la calidad del gasto público.

De esa cuenta la semana pasada, el Ministerio de Finanzas con el apoyo del Grupo del Banco Mundial realizó el taller preparatorio para la “Implementación del Observatorio de Calidad del Gasto Público en el marco de Gobierno Abierto y la política de transparencia”. Dicho observatorio iniciará funciones en abril próximo.

El taller contó con experiencias internacionales exitosas de implementación y funcionamiento de observatorios de calidad de gasto público, principalmente en Brasil y Chile.

En su cuenta de Twitter, el Ministro de Finanzas Julio Estrada mencionó “necesitamos medir la efectividad del gasto con apoyo ciudadano”, asimismo mencionó que es importante “calibrar realmente cómo se mide, qué es calidad, qué no es calidad y cómo se puede mejorar el gasto público”.

El involucramiento activo de la ciudadanía es importante y especialmente en esta etapa de empoderamiento y rendición de cuentas que se inició hace un par de años en nuestro país. Sin embargo es fundamental recordar que ya existen instituciones públicas que tienen el deber irrenunciable de cumplir con labores fiscalizadores y que son los primeros y máximos responsables de estas tareas.

También el Ministro de Finanzas apuntó dos temas positivos: Aclarar que la creación del Observatorio no es un fin en sí mismo, si lo es el uso y análisis de la información para mejorar la transparencia y calidad del gasto público. Asimismo mencionó la necesidad de mejorar los niveles de confianza en el país y esto se logra priorizando el esfuerzo de rendición de cuentas, concretamente enfocar el trabajo del Observatorio en objetivos muy específicos y en un número limitado de ministerios: Educación y Salud.

Tal como se ha repetido en esta columna, ni la transparencia ni la rendición de cuentas son o deberían verse como una moda. Debería ser parte del ADN del servicio público. Por otro lado el acompañamiento de instituciones como el Banco Mundial, especialmente en lo relativo a mejores prácticas internacionales nos puede ayudar a evitar la tentación de reinventar la rueda.

ARCHIVADO EN: