“Es una máquina perfecta, que no tuvo necesidad de evolucionar para adaptarse a su medio ambiente”, afirmó. Entre las características primitivas de este pez destacan sus escamas gruesas y fuertes, mandíbulas alargadas y filas de dientes puntiagudos, similares a las de un lagarto. Además, no respira por sus branquias, sino por una vejiga natatoria que hace la función de pulmón. Esto le permite la respiración aérea y vivir en aguas poco profundas.
Peligra su existencia
El pejelagarto, también conocido como machorra o pez armado, peligra por la pesca local derivada de su apetecida carne. Asimismo, constituye una fuente de ingresos para los pescadores.
El equipo de investigación que dirige Carillo es el primero en Guatemala que estudia al pejelagarto y el único que logró su reproducción en cautiverio. El objetivo es difundir las técnicas para criarlo de forma comercial, apoyar a la diversificación de la acuicultura y la explotación sostenible de esta especie, y así frenar su desaparición.