SIN FRONTERAS
Unidos, como dos raíces entrelazadas
“El amor es una demencia temporal”, dice en un pasaje La Mandolina del Capitán Corelli, novela de Louis de Bernières. “Te estallará como un terremoto; pero luego, al mermar, habrás de decidir si tus propias raíces se han entrelazado con aquellas de lo que amas —a un punto tal—, que una vida separada parecerá inconcebible”. El texto es citado por el también escritor David Brooks en una entrevista, al describir lo que subyace en el interior de quienes han tomado un compromiso de largo plazo en la maratónica carrera que supone la vida, ya sea este un compromiso familiar, vocacional, así sea en lo espiritual, o al nivel de la comunidad de la que te sientes parte. La habilidad de mantener estos compromisos de largo plazo, dice Brooks, son clave en la estrategia para llevar una buena vida.
En lo comunitario y lo político, las pausas son oportunas para recordar nuestros compromisos de largo plazo; especialmente cuando entramos en tiempos de reconfiguración hacia la era de lo desconocido. Los medios del mundo ahora llenan sus páginas con ideas que considerábamos superadas y sepultadas. Pero en estos tiempos, sin aviso aparente, cuando el escándalo vende, lo “políticamente correcto” es visto por muchos como una nueva incorrección. Las ideas permiten ver a humanos como desechables, y qué coincidencia más desafortunada que ahora, de todos los países del mundo, uno de los tres tildados como desechables por el hombre más poderoso del orbe sea precisamente el nuestro.
En nuestra sociedad, donde se impulsan tan anchamente las visiones de la vida desde lo pecuniario y crematístico, la libertad y los espacios de quien busca equidad bajo la sombrilla del argumento se temen en peligro. Como antes ya pasó, la expresión libre y responsable, la opinión suscrita, y la crítica fundada y objetiva son atacadas por gobernantes, quienes encandilados de poder y con abuso de autoridad se dejan seducir por los poderes de la ignominia. Hoy son tiempos de la comunicación masiva, y en un mar de información difícil de controlar, cualquier idea navega, cualquier oprobio cabe, y la discusión de frente y objetiva se trata de esquivar.
Con sorpresa vemos cómo grandes cadenas de periodismo son atacadas en su credibilidad por políticos emergentes. En Guatemala es importante observar que eso no suceda. Por ejemplo, a nivel local, podemos decir que hay un grupo reducido de quienes hablamos y nos interesamos por la ahora candente temática de la migración. Y así como en cualquier otro gremio, nos leemos, nos encontramos en foros y podríamos imaginar que sabemos quién es cada quien en tan reducido grupo. Pero varios cambios han venido a modificar un ambiente que vivía en lo académico, y nuevos actores eminentemente políticos se han venido a incorporar. Muchos de ellos (y ellas) nunca antes vistos en los foros o espacios dedicados a este tema humano. Con los políticos personajes las sensibilidades han crecido, y con ellas, la vileza de los señalamientos dirigidos hacia la persona. Habrá quien imagine que con ellos la observación ciudadana cesará.
Quien procure participar en el juego político bajo la base de la solidaridad humana se aferra a su compromiso para resistir el temor que invade a quienes se colocan en la luz pública con fines materiales y personales. Sobre ese compromiso de vida de largo plazo, Brooks dice que es un caer enamorado con alguien o un algo. Y recordando la novela de Bernières, imagina ese amor como dos árboles que unen sus raíces. Al terminar todo, cuando las flores caen de las ramas marchitas, se ve que los árboles no son más dos, sino uno entrelazado. El firme compromiso de quienes dedican sus días a velar por un mejor mañana.