“El gobierno de la orden será asumido en forma interina por el Gran Comendador (el alemán Ludwig Hoffmann von Rumerstein) hasta que sea designado un delegado pontificio” , precisa la nota.
La organización humanitaria, cuyos orígenes remontan a las Cruzadas, que está presente en más de 120 países al administrar hospitales y dispensarios, con 12 mil 500 miembros y cien mil empleados y voluntarios.
La salida de Festing, británico de 68 años, al frente de la Orden desde el 2008, es un gesto muy inusual ya que el cargo es vitalicio.
“El martes por la tarde el papa recibió al gran maestre y le pidió que dimitiera. Él aceptó” , había anunciado pocas horas antes la orden en un comunicado.
La renuncia tiene lugar tras un mes de forcejeo, considerado como una prueba a la autoridad del papa, cuyas reformas son contrastadas por el ala más conservadora de la Iglesia.
El conflicto comenzó con la salida forzada, el 6 de diciembre, del número tres de la Orden, el alemán Albrecht von Boeselager.
Según medios católicos, Festing y el cardenal Patrono de la Orden, Raymond Burke, conocido por sus duras críticas al papa argentino, acusaron a von Boeselager de haber dejado que el brazo humanitario de la organización distribuyera condones en países del tercer mundo.
Von Boeselager rechazó tales acusaciones y considera que se trata de un montaje urdido por Festing y Burke.
Ante tal controversia, el Vaticano nombró una comisión a finales de diciembre para investigar las circunstancias del cese de von Boeselager, lo que provocó la ira de Festing, quien la percibió como una violación de la soberanía de la Orden.
En un desafío inédito a la autoridad del Papa, Festing tildó de ilegítima la comisión y pidió a los miembros de la congregación que no colaboraran.
Los superiores de la Orden de Malta no sólo se opusieron categóricamente a dicha investigación sino que defendieron la salida del alemán, aludiendo que se trataba de una cuestión interna.
La guerra de Burke
Más que una pelea por el reparto de condones, algo prohibido por la iglesia católica, se trataría de un paso más de la guerra abierta lanzada por el cardenal ultraconservador estadounidense Burke contra Francisco.
Burke es considerado entre los mayores críticos del papa argentino y fue alejado elegantemente de la Curia Romana al ser nombrado como representante del papa en la Orden de Malta.
El purpurado forma parte del grupo de cuatro cardenales que le pidieron a Francisco que corrija sus “errores doctrinales” , pedido ignorado hasta ahora por el pontífice.
Según fuentes religiosas, el purpurado “tiene sus días contados” en la Orden de Malta.