Este 20 de enero Donald Trump y sus allegados se trasladarán a la sede de gobierno que también es la residencial presidencial, y aunque algunos de ellos no vivirán ahí, si deberán movilizar ciertas (o muchas) pertenencias a utilizar.
Y es que mientras la atención mundial se centrará el viernes en el Capitolio donde Trump asumirá el gobierno de EE. UU., a escasos tres kilómetros pocos se fijarán de la locura que se vive durante el “traslado de familias”.
La actividad empezará desde muy temprano para los 90 trabajadores permanentes de la Casa Blanca, algunos de los cuales incluso dormirán ahí el jueves para evitar cualquier contratiempo, ya que las calles aledañas a la sede de gobierno permanecerán cerradas.
Algunos participarán en esta ceremonia por primeva vez, aunque la mayoría ya ha estado por lo menos en un “traslado de familias” con anterioridad, lo cierto es que todos coinciden en que será “agotador”.
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Los trabajadores de la cocina, quienes deben preparar el desayuno, aperitivos y la cena son los únicos que no participan de la “locura” del traslado. Y el termino (locura) no es para menos, para horas de la tarde las camas, roperos y demás muebles deberán estar impecables para el uso de Donald Trump y su familia.
Algunos artículos de la nueva familia presidencial son almacenados discretamente en lugares que no sean tan visibles como el Salón Chino, esto porque durante la mañana todavía será la familia de Barack Obama los habitantes de la residencia.
Cerca de las 8.30 horas el personal se reunirá en el comedor para despedirse de la familia Obama y darles un obsequio. “El momento es agridulce”, coinciden algunos trabajadores, cita The Washington Post.
Alrededor de las 10.30 la familia sale hacia el Capitolio para el cambio de mando, es en ese momento cuando empieza el frenesí. Las áreas donde más movimiento hay, sin duda, son las habitaciones donde los trabajadores empiezan a bajar todo lo que, usualmente, ya ha empacado la familia.
Los camiones de mudanza de la familia saliente se van por el lado oeste del Pórtico Sur en lo que los camiones de la familia entrante ingresan por el lado este del mismo sector, todos escoltados por seguridad del Servicio Secreto.
Cuando las pertenencias de la familia entrante han sido desempacados comienza la ardua tarea de la limpieza, que puede incluir servicios especializados por si la familia es alérgica a las mascotas, por ejemplo. Se cambian las cortinas si es necesario y se adecúa la temperatura de las habitaciones a requerimiento de los nuevos huéspedes.
Los productos favoritos de la familia presidencial son comprados con antelación y están listos para su uso, como colchones y ropa de cama hasta cabezales de ducha, crema de afeitar y desde luego, papel higiénico.
Todos los espacios de cocina y despensa están surtidos con aperitivos, bebidas y cualquier otro alimento que la familia haya solicitado, además la floristería pone arreglos frescos por toda la casa. La sala está llena de nuevas películas, y el boliche recibe un suministro de zapatos nuevos.
Alrededor de las 15.30 y 17 horas la Casa Blanca debe estar lista ya que es el momento cuando llega la nueva familia presidencial y el jefe de la residencia los recibe con un “bienvenidos a su nuevo hogar”.
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