Pero la vida acelerada y otras circunstancias también pueden estresar en la etapa de la niñez. En esos momentos, la hormona del cortisol se libera para movilizar reservas energéticas que permiten actuar en esas situaciones. Esto es positivo en un contexto académico donde el niño siente presión para tener un buen rendimiento en sus clases, así como la realización de otras actividades como los deportes.
Sin embargo, una vida acelerada y sobrecargada también afecta a los más pequeños, pues estar constantemente expuesto al estrés trae consecuencias en la salud física y mental. Otras situaciones que pueden contribuir al estrés son cambios grandes como una mudanza, alguna enfermedad o enfrentar la muerte de algún familiar.
De acuerdo con Brenda Cifuentes, psicóloga clínica, ‘el estrés son estímulos que no sabemos cómo manejar’. En el caso de los menores, muchas veces ocurre que no saben cómo nombrar sus emociones y aquello que les sucede cuando se sienten tristes o molestos. En estos casos, los padres deben ayudarlos a reconocer qué sienten, cómo se sienten y calmarse.
¿Cómo saber si su hijo siente estrés?
Aunque cada chico es diferente, dice Cifuentes, podemos encontrar patrones similares que se manifiestan tanto en el comportamiento como físicamente. Por ello es importante que conozca bien a sus hijos y preste atención a un cambio en sus actitudes o síntomas que puedan presentar.
Cuando está estresado, su hijo podría presentar alteraciones del sueño como insomnio, pesadillas e incluso mojar la cama. Asimismo, podría tener problemas con el habla como el tartamudeo; dolor de cabeza, molestias estomacales y disminución del apetito.
En cuanto al comportamiento, un niño podría estar estresado si tiene alguna preocupación, ansiedad, se irrita con facilidad, rechaza la participación en actividades escolares o familiares, y no tiene la capacidad para relajarse.
Hay que ser cuidadosos cuando se trata de una situación similar y no confundir una manifestación de estrés con rebeldía. Cifuentes añade que otras manifestaciones del estrés son levantarse constantemente, dejar de compartir con otras personas, no entregar las tareas del colegio y hablar de una forma grosera.
¿Lo estamos sobreestimulando?
Como padres, es importante que se detengan a pensar si su hijo está sobrecargado de actividades que, aunque sean parte de su formación extracurricular, podrían estar estresándolo. Este es el caso de niños con adultos responsables que, con la mejor intención de que sus hijos se desarrollen en distintas áreas, los inscriben a cursos deportivos, culturales y de otro tipo para llenar su agenda y mantenerlos ocupados.
Pero debemos recordar que, antes que nada, son niños ‘y no los podemos sobrecargar con tantos quehaceres’, dice Cifuentes. Así que, además de observar a sus hijos e identificar cómo se sienten, es importante que se pregunte si ellos realmente necesitan ciertas actividades en su rutina.
‘En estos casos, los niños tienen rutinas esquematizadas en donde no existe equilibrio, por lo que se aburren o se desesperan’ agrega Jennifer Asturias, psicóloga clínica. Por lo tanto, lo recomendable es tener claro qué necesita su hijo y qué le genera estrés debido a que lo absorbe.
Además, parte importante de la niñez es la recreación. Asturias explica que los niños necesitan una estimulación de juegos para desarrollar distintas áreas y destrezas. De acuerdo con esto, Cifuentes añade que no es posible que los más pequeños estén ocupados todo el tiempo, así que hay que acortar sus actividades.
‘Por eso existe el recreo, porque pueden jugar lo que desean y no un juego dirigido. Por la tarde, lo recomendable es que únicamente se ocupen una o dos horas para que puedan descansar, no solamente viendo televisión, sino también con sus juguetes o yendo al parque’, explica.
¿Cómo ayudar a su hijo si está estresado?
Uno de los principales puntos es que su hijo pueda desarrollarse en un ambiente sano y armonioso, libre de conflictos. Aunque, los adultos puedan tener problemas en sus trabajos o incluso conflictos entre sí, lo importante es saber reaccionar ante ellos, tomando en cuenta de que son un referente para sus hijos. Lo que vean lo aprenderán como una forma sana de actuar frente a los problemas, así que controle su propio estrés.
Asimismo, debe ser selectivo con los contenidos que consumen en familia a través de la televisión, pues la violencia que ven les genera miedo y estrés.
Cuando se trate de grandes cambios para su vida, como una mudanza, platique con su hijo para que logre asimilar la idea y lo tome de la mejor manera posible.
A través de palabras y acciones, busque fortalecer la autoestima de su hijo y enséñele a ser una persona independiente, a tomar el control de su vida mediante pequeñas decisiones.
Recuerde que, sobre todo, hablamos de un niño y en esta etapa es fundamental que cuente con tiempos libres, espacio y actividades para jugar y realizar actividades físicas al aire libre.
La psicóloga Brenda Cifuentes recomienda que aparte un momento del día para realizar actividades de relajación con su hijo. Además de permitirle tener un vínculo más estrecho, le dará tranquilidad, sobre todo a la hora de dormir.
‘Infle y desinfle un globo lentamente por 5 repeticiones; haga rutinas ordenadas como lavar las manos, los dientes, ponerse el pijama y leer un cuento. Esto no le tomará más de treinta minutos y rinde frutos con el tiempo’, explica.
Si percibe que su hijo está irritado, lo aconsejable es acercarse con paciencia y preguntarle qué le sucede, ayudarle a entender sus emociones e identificar la causa. Si observa que esto no cambia, que su hijo se deprime y tiene problemas de interacción, así como con el control de su ira, lo mejor será acudir con ayuda profesional.
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