CATALEJO

Las divisiones sociales por motivos religiosos

|

Las sociedades de ninguna manera son homogéneas, pues esto implica estar integradas por seres humanos. En primer lugar no lo son ni pueden serlo, al estar divididas en hombres y mujeres, pero estas diferencias se acentúan a causa de las diversas circunstancias de cada quien, producidas por la manera desigual del período histórico, y esto incluye la manera de comunicarse con la divinidad o de no hacerlo por voluntad propia. Las fuentes de las diferencias pueden ser étnicas, de nivel educativo, de lugar de residencia, etcétera, en una lista fácil de alargar en forma casi infinita. Y también son evidentes las diferencias de la cultura, de ninguna manera igual en las civilizaciones distintas a lo largo de la larga historia de la humanidad, analizada esta como un todo.

En el mundo actual, el cristianismo es una de las religiones más importantes, pero no es la más numerosa, aunque sí la más influyente. En los países cristianos ha crecido más el avance científico actual, aunque en los de otras religiones haya habido adelantos incluso anteriores a la llegada de Jesús y su mensaje de paz, concepto incumplido miles de veces durante los dos mil años de su existencia. Por desgracia, la necesaria Reforma de Lutero desembocó en siglos de guerras y sangre, muchas de ellas de docenas de años, y la sombra de la cruz ocultó millones de cadáveres cristianos, luego de haber hecho lo mismo con los seguidores del Islam, por motivos de conquistas políticas recubiertas con la recuperación del Santo sepulcro en Jerusalem, así como de actitud antijudía. Así se han escrito miles de miles de libros y pronunciado millones de sermones.

En el mundo de hoy solo provoca divisiones innecesarias y peligrosas el manejo del gobierno en base a criterios religiosos. La democracia debe tender a provocar unidad, mientras la religión produce lo contrario, la desunión, cuando no se logra —como nunca se logrará— la realización de esa utopía, un ideal político de imposible realización.

Veamos un ejemplo local: los guatemaltecos pueden ser hombres o mujeres; ladinos o indígenas; alfabetos o analfabetos; capitalinos o no-capitalinos; responsables o irresponsables; seguidores u opuestos de una ideología o punto de vista cualquiera, o a un partido o personaje político. Y ahora se puede ser, además, seguidor de un político simplemente porque comparte mi iglesia o secta, por cierto un concepto difícil de definir.

' Al emplear la religión con motivos políticos, se crea una nueva división social y se afecta a cualquiera.

Mario Antonio Sandoval

Igualmente pertenecer a la misma religión o secta no hace a alguien un buen político o funcionario, y escogerlo por esa causa se acerca enormemente al fanatismo, cuyo significado lo señala como apasionamiento y tenacidad desmedida en la defensa de creencias, especialmente religiosas o políticas. La base del éxito político se encuentra en tener más seguidores, no preocuparse si cargan en Semana Santa, aplauden con música mundana, ven a la ayuda a los pobres o a la prosperidad dineraria como uno de los motivos de la religión. La invocación a Dios es tarea religiosa y, por tanto, su lugar son los templos, ya sea de arquitectura tradicional o de apariencia de centros de entretención. Cada quien tiene el derecho de escoger dónde rezar y a cuál partido apoyar.

CORDIAL INVITACIÓN A MIS LECTORES. Gracias al agradable ofrecimiento de CNN, tendré el gusto de asistir hoy a Miami, a las 19 horas, al programa de entrevistas en vivo Camilo Presenta, conducido por el periodista de origen cubano Camilo Egaña, para tratar sobre temas relacionados con mi carrera periodística, en la cátedra universitaria y en la Academia Guatemalteca de la Lengua, así como anécdotas personales y profesionales. Por mi parte consideraré un honor si los lectores de Catalejo deciden verlo, y los invito respetuosamente a sintonizar a esa hora dicho canal.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.