CABLEA TIERRA
Muchas gracias, don Miguel
Hace casi cuatro años recibí una llamada. Era de Prensa Libre. Pensé que era un periodista que quería entrevistarme. Era un señor a quien no tenía el gusto de conocer: don Miguel Ángel Méndez Zetina, quien me extendió una atenta invitación para visitar sus oficinas. Era el director editorial del matutino.
Días más tarde se concretó la visita. Luego de una amena conversación sobre el acontecer nacional surgió el motivo. Don Miguel me ofreció ser columnista de Prensa Libre. No tengo claro cómo fue que surgió mi nombre para ocupar un espacio tan privilegiado, pero así comenzó este encuentro semanal de cada miércoles con ustedes, estimados lectores.
Han pasado ya más de tres años desde entonces. Difícil describir el significado que ha tenido este proceso. Sobre todo, cuando leo los mensajes que recibo y que procuro responder a quienes comparten sus opiniones conmigo o bien cuando me sugieren temas para abordar en próximas columnas.
El lunes recién pasado, viendo la edición impresa del medio antes de salir rumbo al trabajo, me entero de que don Miguel Ángel está por dejar el puesto de director editorial, el cual tuvo a su cargo durante el último lustro, luego de una larga trayectoria ascendente por distintos puestos dentro de Prensa Libre. Extrañeza y tristeza se entremezclaron en mi sentir con esa noticia. Con don Miguel no me une una antigua amistad. Es más, apenas si puedo registrar dos breves intercambios por correo electrónico entre él y yo durante estos años que llevo de columnista en este medio. El silencio entre nosotros ha sido la norma.
Sin embargo, ese silencio es uno de los silencios más llenos de contenido que conozco. Muestra del absoluto respeto que he recibido de parte de él y su equipo editorial para con los contenidos de mis columnas de opinión. Jamás un comentario, ni una sola palabra que insinuara siquiera que debería escribir sobre esto o aquello, mucho menos solicitudes para que no escribiera sobre algo, eliminara material o que no comentara determinado tema o situación. He gozado de completa libertad y autonomía para escribir, lo cual le agradezco públicamente.
Se cierra esta etapa de tener a don Miguel como director editorial. Le deseo que lo que venga para su vida en los próximos años le colme de muchas satisfacciones. Tantas o más, como las que tuvo durante esta etapa. Por mi parte, reiterar mi agradecimiento por su apertura y buena disposición de abrir espacios a nuevas voces y por haber ampliado por un tiempo el espectro de posturas y formas de pensamiento que tuvo este medio en sus columnas de opinión, durante el período de su Dirección.
Así como cambiaron los vientos hace un año, aproximadamente, y se redujo el número de columnistas que escribimos en este medio, igual ahora cambiará el director editorial. Tocará adaptarse a este nuevo cambio, esperando que la persona que llegue a ocupar ese puesto tenga una visión y apertura similar a la que ha mostrado don Miguel Ángel hasta ahora.
Hay personas que piensan que las columnas de opinión no juegan ningún papel en el acontecer nacional, siendo que es muy pequeña la población que se interesa por ellas. Sin embargo, pienso que su influencia no radica solamente en cuánta gente las lee, sino en la influencia que tienen sobre otras personas. Por eso es tan importante que se conserve para los columnistas esa misma postura que ha guardado don Miguel Ángel, de incentivar libertad de pensamiento y respetar totalmente la libertad de expresión, ojalá ampliando nuevamente también la pluralidad de visiones. Tres principios que todavía hace mucha falta seguir expandiendo en nuestro país.