¿Capital de facto?
A pesar de sus tensas relaciones con el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, Obama suscribió el mayor acuerdo de ayuda militar en la historia de Estados Unidos, asegurando el trabajo conjunto con Israel por al menos una década, mientras un contingente de la nueva generación de jets de combate F-35 israelíes fueron entregados esta semana.
Si traslada la embajada de Estados Unidos a Jerusalén, Trump reconocería de facto a esta ciudad como la capital de Israel y renunciaría a una parte de la influencia como presidente estadounidense.
En junio, Friedman dijo al diario Haaretz que Trump considera que corresponde a Israel decidir si cederá territorio o no a las autoridades palestinas.
“Él no cree que sea imperativo para Estados Unidos que exista un Estado palestino independiente” , afirmó Friedman al diario israelí.
En la entrevista, el ahora futuro embajador dijo que no estaba claro cuántos palestinos vivían en Cisjordania y que había partes del territorio que “se mantendrán como parte de Israel en cualquier acuerdo de paz” .
Durante mucho tiempo se ha asumido que algunos de los mayores asentamientos israelíes en la Cisjordania ocupada y Jerusalén Este quedarían en poder de Israel, incluso bajo la solución de dos Estados.
Pero el saliente secretario de Estado, John Kerry, recordó la semana pasada en una conferencia con legisladores estadounidenses e israelíes que la nueva frontera entre los Estados deberá ser acordada entre las dos partes.
En una reciente entrevista, Kerry mostró su frustración con el gobierno de Netanyahu y subrayó que tanto administraciones republicanas como demócratas en Estados Unidos han favorecido el pacto de 1967.
“Creo que hay que hacerlo negociando, en última instancia, alcanzado un acuerdo que satisfaga las necesidades de las partes” , comentó.
La reputación de EE. UU.
El nombramiento de Friedman aún requiere la confirmación del Senado estadounidense, lo cual es muy probable a pesar de un llamamiento a los legisladores de un grupo de presión liberal judío estadounidense J Street.
“Esta designación es insensata, pone en riesgo la reputación de Estados Unidos en la región y su credibilidad en el mundo” , dijo Jeremy Ben-Ami, presidente del grupo.
Para Jonathan Schanzer, vicepresidente del think tank Fundación para la Defensa de las Democracias en Washington, un traslado de la embajada sería sencillo.
“El símbolo puede ser fuerte, pero no significará cambiar el panorama en Jerusalén” , dijo Schanzer, quien señaló que ya existe un consulado de Estados Unidos en Jerusalén y que en todo caso las políticas se seguirán definiendo en Washington, no por el nuevo embajador.
“Por ahora es seguro decir que toda la política sobre reasentamientos de la administración de Obama será más suave bajo Trump” , indicó Shanzer.
Por ahora, el vocero de Trump Jason Miller dejó claro este viernes que Friedman tiene todo el apoyo del futuro presidente y que el plan de trasladar la embajada sigue en pie.