Ejército no está “a gusto”
“Nosotros no pedimos estar aquí, no nos sentimos a gusto, no estudiamos para perseguir delincuentes” , dijo el jueves el ministro de Defensa, Salvador Cienfuegos, en inusuales declaraciones.
Al argumentar que la violencia criminal no se frena “a balazos” , aseguró que es el primero en levantar “no una, sino las dos manos” para que el Ejército regrese a sus cuarteles.
Pero Peña Nieto reaccionó al ratificar públicamente la permanencia de los militares en las calles. Están “decididos a seguir haciéndolo” , dijo en presencia de Cienfuegos.
El vocero presidencial, Eduardo Sánchez, dijo a la AFP que el gobierno no tiene previsto evento alguno el domingo para marcar el aniversario del despliegue militar.
El gobierno se ha colgado varias medallas en esta guerra, como la última captura de Joaquín “El Chapo” Guzmán, considerado el narcotraficante más buscado del mundo después de sus dos espectaculares fugas de prisiones de máxima seguridad.
Pero para Javier Oliva, experto en seguridad y académico de la London School of Economics, “no hay ninguna estrategia” gubernamental, con tropas que “van a la zaga de los acontecimientos” .
En tanto, México sigue importando cocaína de Suramérica y produciendo amapola para su gran mercado: Estados Unidos. Aunque la marihuana pierde importancia ante su legalización en el país del norte, las drogas sintéticas proliferan gracias al tráfico de precursores químicos desde China.
Las víctimas, los olvidados
Además de criminales y uniformados caídos, la guerra ha dejado tras de sí una estela de miles de personas masacradas, desaparecidas, desplazadas y torturadas.
En el 2010, aparecieron los cadáveres de 72 migrantes latinoamericanos en Tamaulipas (noreste) . Según las autoridades, el temerario cártel de Los Zetas los masacró porque rechazaron ser reclutados.
Y en el 2014, México se estremeció con la desaparición y presumible masacre de 43 estudiantes en Guerrero (sur) a manos de policías coludidos con narcotraficantes, un caso que se convirtió en símbolo de las 28.000 personas desaparecidas desde el 2006.
“Los recuentos son terribles. Ya no sabemos dónde empieza el Estado y dónde termina el crimen” , dijo Javier Sicilia, un poeta que fundó el masivo Movimiento por la Paz tras el asesinato de su hijo.
Desencantado, asegura que ya no espera nada del gobierno.
“Queremos que se larguen (…) No hay nada que pedirle al Estado, hay que cambiarlo, refundarlo, no hay más. Estamos en un momento de revolución” , subrayó.
Al denunciar que las víctimas no han obtenido “ni un gramo” de resarcimiento, Sicilia consideró “un insulto” los monumentos erigidos en su nombre.
El Memorial -filas de muros metálicos en medio del bosque de Chapultepec de Ciudad de México- “es el monumento a la fosa común. No tiene nombres, ni historias” , deploró el poeta.