Con este reconocimiento el país se convierte en el cuarto del mundo en estar libre del padecimiento, logro que se atribuye a acciones aplicadas desde 1935, cuando se estableció un programa de vigilancia. En 1999 se comenzó a dar medicamento a los pacientes afectados.
Guatemala era el país de la región con más cantidad de focos de enfermedad. Las poblaciones afectadas eran las de Santa Rosa, Escuintla, Huehuetenango, y el foco central abarcaba tres departamentos: Suchitepéquez, Sololá y Chimaltenango.
La farmacéutica Merck contribuyó al logro a través de la donación de tabletas de ivermectina, cuya distribución fue de 11 millones con un costo estimado de US$1.50 cada una, lo que significa una inversión de US$16.5 millones para toda la intervención.
Carissa Etienne, directora de la OPS, visitó el país para entregar la certificación, además de firmar una adenda para extender la cooperación de la organización con el país hasta el 2019.
Aporte guatemalteco
El descubrimiento de la oncocercosis en la región de las Américas fue hecha por el médico guatemalteco Rodolfo Robles (1878-1939), quien en marzo del 1915 atendió a un niño de 8 años, procedente de Patulul, Suchitepéquez, quien estaba casi ciego y presentaba un nódulo –o abultamiento-, en la frente.
Al abrir este nódulo Robles encontró gusanos de Onchocerca volvus, los cuales relacionó con daños oculares.
La enfermedad es originaria de África, región en donde se enfocan nuevos esfuerzos para erradicar la enfermedad.
El 9 de julio de 1919 presentó ante la Sociedad de Patología Exótica de París el trabajo titulado “Oncocercosis humana en Guatemala”, descubrimiento que había efectuado tres años antes.
Contagio
La oncocercosis, o ceguera de los ríos, se transmite por la picadura de moscas negras infectadas que crecen en riachuelos de agua limpia y que son frecuentes en las fincas cafetaleras de Guatemala.
Los gusanos causan daños en la piel y en los ojos y son transmitidos en estado de larva. Cuando estas llegan a adultas, provocan reacción en el huésped humano y son encapsuladas en tejido, por lo que se forman los nódulos.
Estos son más frecuentes en la cabeza y el torso.